Por Daniela Alcántara
Tras haber dirigido Walk the Line (2005), que narra la vida de la leyenda de la música country Johnny Cash, James Mangold vuelve al universo de los biopics musicales con un retrato novelado sobre la carrera del reconocido cantante de folk Bob Dylan.
En esta entrega, basada en la novela Dylan Goes Electric! de Elijah Wald, Mangold nos muestra los primeros años de Dylan en la música, su acercamiento a la comunidad de artistas folk de la mano de Pete Seeger, también reconocido músico y activista de la época, sus relaciones amorosas tanto con su primera novia Sylvie Russo (personaje inspirado en Suze Rotolo), como con la compositora mexicano-americana Joan Baez, y su tensa relación creativa con la escena folk cuando eventualmente decide experimentar con un sonido más eléctrico, alejándose de sus raíces acústicas.
El proyecto de Mangold lo encabeza Timothée Chalamet, quien verdaderamente tomó la iniciativa de desdibujarse en la figura de Dylan. Es difícil ver dónde termina él y comienza el personaje, puesto que se vuelven uno mismo. Si bien Chalamet ha tenido sus dificultades despegándose de la idea de la imagen del pretty boy rompecorazones, sus talentos histriónicos han sido puestos a prueba, pero nunca en duda. En A Complete Unknown, Timothée logra demostrarle a la audiencia que es capaz de interpretar física y vocalmente a una de las leyendas vivas de la música más importantes de todos los tiempos.
El contrapreso de Chalamet lo sostiene Edward Norton como Pete Seeger, que se vuelve una ventana a la escena folk neoyorquina y nuestro punto de partida hacia todos los personajes que, poco a poco, van revelándose en la historia ante la audiencia y el mismo Dylan. A su vez, Elle Fanning muestra un lado cálido y vulnerable de Sylvie Russo, y Monica Barbaro luce a una Joan fuerte, magnética, y musicalmente brillante.
Aunque su cast es estelar y sobresale con fuerza en la pantalla, quizás el punto más débil de A Complete Unknown parte de su propio título. Si bien la historia se centra en la súbita escalada de éxito que tuvo Dylan y su constante búsqueda de una libertad personal y artística, no logramos conocerlo del todo, ni la narrativa “autobiográfica” hace un esfuerzo de mostrarlo. Es un completo desconocido con un inmenso talento que sube a escenarios y tiene problemas comunicándose con la gente. Eso, en pocas palabras, es el resumen simplón de la narrativa presentada por Mangold.
A esto, se le suman alrededor de 70 canciones de Dylan a lo largo de las dos horas de película que, si bien sirven como testimonio de una prolífica carrera musical y nos muestran la increíble habilidad de Chalamet para hacerle tributo, pueden llegar a cansar a la audiencia, y ciertamente me cansaron a mí mientras la veía. Incorporar canciones vale mucho la pena en una película de índole musical, pero A Complete Unknown no las incorpora de manera que se sientan como piezas que se sostienen solas, sino como imágenes repetitivas sobre la vida de Dylan.
Existen algunos highlights dentro de estas repetitivas escenas musicales, entre las cuales incluiría la primera vez que Dylan le canta a su ídolo Woody Guthrie en el hospital, su rendición de “Blowin in the Wind”, el dueto de Dylan y Joan con “It Ain’t Me, Babe” y, por supuesto, su momento estelar con “Like A Rolling Stone”, cuyo coro da nombre a esta cinta.
Fuera de ello, se vuelve una fría y vaga imagen del artista. ¿Quién es verdaderamente Bob Dylan? ¿Lo conoce alguien? O es,como bien diría Joan Baez en la canción “Diamonds and Rust”, dedicada al amor que le tuvo a Bob, “aquel que es bueno con las palabras y con mantener las cosas vagas.”
Y es justo aquel que ofrece solo diamantes y óxido de un pasado que ya fue, la difuminada imagen de un músico que quizás no llegaremos a entender nunca, pero que nos ha dejado con miles de letras de amor, justicia, y libertad, y que ciertamente vale la pena llevar al cine. A Complete Unknown no es, a mi parecer, la biopic más innovadora, pero sí sirve como testamento del legado de un artista que como pocos ha habido.
