RESEÑA – Nosferatu (2024)

Texto y Diseño por Dani G

La historia de Nosferatu es una historia marcada por la prohibición. En 1922 F.W. Murnau saca de la tumba a “Nosferatu” con una adaptación cinematográfica de  la novela de  Bram Stoker: Drácula, publicada en 1897. Adaptación que recibió una demanda de  parte de la esposa de Stoker por plagio. Esta censura sería lo que  la convirtió en una película de culto. 

En este nuevo remake de Nosferatu, dirigida por Robert Eggers, regresamos a la historia de una criatura terrible y fascinante: el vampiro. Todo transcurre en una Alemania fría y tenebrosa de 1838 y en los castillos imponentes de Transilvania. 

Desde los primeros minutos de la película se marca el ritmo de lo que veremos. Una historia de un hechizo, de un enamoramiento sombrío empapado de una atmósfera densa que nunca te suelta. Es emocionante y letal ver la sombra de Nosferatu, ese juego entre lo que se esconde en la oscuridad… pero tarde o temprano, te agarra con uñas y dientes y te destruye, te consume deliciosamente por dentro. Es vorazmente sexual. 

“Me provocaba un anhelo, y al mismo tiempo, un temor mortal” dice Jonathan Harker en la novela Drácula (quien en la película sería Thomas, el esposo de Ellen), mostrando cómo el hechizo de esta entidad es casi imposible de romper. Es una sombra que te acompaña a donde sea que vayas. Siempre presente y aterradora. 

Entre las sombras se esconde el miedo 

Nosferatu se presenta con un cast digno de una ensoñación gótica: Lilly Rose Depp es perfecta con su tez pálida casi al punto de parecer la novia cadáver de Tim Burton. Al contar sus ensoñaciones con la muerte: “Frente a mí estaba la muerte… pero nunca había sido tan feliz” y el performance de sus posesiones… es simplemente increíble. 

Willem Dafoe encarna a la perfección la locura y la desesperación de saber que hay algo más allá que los mortales no quieren entender. Que no es la histeria lo que posee a Ellen cada noche, que este ser es capaz de apoderarse de todo y que ni en tus sueños estás a salvo. 

Y un Conde Orlok que vive en las sombras esperando a su amada, interpretado por un impecable Bill Skarsgård, que con cada frase y su voz carrasposa como sacada de las más profundas tinieblas hace que se nos ponga la piel chinita. 

Robert Eggers es un experto en crear terror en lo que no se ve. Lo vemos en la sombra que levita a través de la cortina bajo la luz de la  luna y en la mano con uñas eternas que se sumerge en todo el pueblo trayendo consigo desgracia y maldición. 

Cada cuadro  de la película parece una pintura históricamente bien detallada. Te quedas levitando con esta fantasía gótica un par de noches. 

Todo es tan embriagante y tan prohibido. 

Tan melancólico como la larga espera de su espeluznante presencia. Él ya viene… NOS-FE-RA-TU.

Y a ti, ¿qué te pareció la película?

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