Por: Dani G
Pobres criaturas explora el mundo de Bella Baxter. Un mundo distópico donde ella es un hermoso, pero defectuoso experimento que quiere explorar el mundo sin ningún tipo de vergüenza.
Yorgos Lanthimos me ha impresionado desde hace mucho tiempo. Porque es rarísimo. Todo un bicho raro del cine.
Sus historias son originales, extravagantes y se te quedan dando vueltas en la cabeza por días. Son como un mal sueño con personajes fríos, radicales, auténticos. Esta vez también estamos en un sueño, cada plano es una pintura viviente lista para ser enmarcada.
El mundo de Bella Baxter es un mundo distópico, como en los trabajos anteriores de Lanthimos. Tipo Canino y The Lobster donde la imaginación y la locura siempre van acompañadas de un baile inusual, pero seductor, música misteriosa que le da el toque de drama exacto y de diálogos que parecen cotidianos, mundanos, pero que luego de reposarlos un rato se quedan en grabadas en la mente.
Lanthimos nos muestra su adaptación al cine de la novela Pobres criaturas de Alasdair Gray [1992] una novela provocadora y llena de personajes cínicos y escandalosos que rinde homenaje al género gótico mientras transita los burdeles de parís y la sociedad conservadora del siglo XIX.
En este contexto, Bella no pertenece a ningún lugar. Solo al universo que su creador “God” ha fabricado para ella, alejándola de la realidad. Por eso la mirada de Bella es tan especial. Ella quiere explorar el mundo. Atragantarse con él. Y cuando lo hace, encuentra dulzura y violencia.
Hay una gran belleza en la historia que nos muestra Lanthimos, cada palabra, idea y comportamiento de Bella se siente liberador. Es un remolino sin pelos en la lengua que se cuestiona todo.
Jerskin Fendrix logra que la película tenga una banda sonora brillante. Los sonidos extraños e hipnóticos logran que la narrativa sea encantadora. Logra emocionarnos y da ganas de bailar feo, sin vergüenza.
Esta película enaltece la búsqueda del placer, la libertad y la igualdad: ese fuego interno que nos lleva a convertirnos en lo que realmente somos y no alimentar expectativas ajenas.
¿Cómo sería la vida si no tuviéramos vergüenza? Si viéramos el mundo con ojos curiosos otra vez? Quizás es momento de encontrar dicha en la locura de estar vivos.
Emocionarnos con una canción y que se nos llenen los ojos de lágrimas.
Desmontar viejas creencias sobre el deseo, la independencia, la vida, el sexo…
Bella prefiere un disparo al corazón antes de ser encerrada. Y se aferra a este deseo con garras y dientes.
Hay mucho atrevimiento en ser quien realmente somos. Hay mucho pudor en nuestra manera de habitar nuestro cuerpo y nuestro mundo. Pues a Bella Baxter eso le causa risa, pero también se conmueve con las injusticias y la desigualdad. Se le rompe el alma cuando de manera cruel le muestran la realidad del mundo. Llora. Y siente compasión.
Si ya la viste, ¿qué reflexión te dejó la película?
Si no la has visto, ¿cuál es tu favorita de Lanthimos?
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