Texto y diseño — Mariana
Una de las bases de la sustentabilidad siempre ha sido la cantidad: cuánto se produce, cuánto consumimos, cuánto se tira. No por nada una de las tres erres del cuidado ambiental es “reducir”. Porque incluso si pensamos en materiales orgánicos, reciclados, innovadores o de segunda mano, todo en exceso está destinado a acumularse, desaprovecharse y ser insostenible.
Es por eso que hoy quiero reflexionar en un apartado de las colecciones de moda: su tamaño.
¿A qué nos referimos por tamaño? El tamaño de una colección de moda se refiere a la cantidad de piezas y looks que se diseñan y sacan cada temporada, por ejemplo, no es lo mismo una colección con 10 piezas nuevas a una con 50 piezas nuevas. Esto es importante porque no importa si eres una marca internacional o un productor local, entre más diseñes más maquilas y más recursos gastas para llegar al producto terminado, especialmente si sigues un modelo de producción “listo para usarse” (ready-to-wear), que es básicamente el modelo que siguen la mayoría de los grandes nombres en la industria.
Pero el problema no es exactamente el modelo. Este modelo tiene ventajas: permite al consumidor cubrir una necesidad rápidamente, permite a las marcas tener un flujo constante de ingresos y no todas las productoras de ropa pueden permitirse trabajar sobre pedido. El problema es su ineficiencia y el ritmo en el que se maneja.
Antes se creía que una mayor variedad de productos siempre traería mayor volumen de ventas, y si se producía de más o una prenda no se vendía, no pasaba nada, porque la “pérdida” (desecho) de “algunos cuantos” (miles) de artículos podía permitirse y era cubierto por aquellos diseños estrella que se venden por montón. Sin embargo, el panorama ambiental y la lucha por los derechos de les trabajadores ya no nos permite pensar que esas pérdidas son insignificantes y nos hace cuestionarnos cómo es que miles de horas de trabajo pueden ser tiradas sin afectar los ingresos y las personas que producen los artículos.
A pesar de todo esto, es difícil hacer que las marcas cambien su modo de operación. Les funciona. Ellas no pagan el precio. La moda es codiciosa. Quieren el alcance y ventas de una necesidad básica, la riqueza y el retorno de un artículo de lujo y el prestigio y la libertad de una forma de arte. Pero no quieren tomar la responsabilidad de lo que son: una industria explotadora.
Nada había podido hacer que tuvieran que cambiar y probar otro ritmo de trabajo. Hasta que…
Hace un par de años, durante el apogeo de la pandemia por COVID 19, el panorama económico obligó a las marcas a reducir el tamaño de sus colecciones. Fue aquí cuando les diseñadores empezaron a encontrar todos los beneficios que esto traía.
Algunas de las cosas que descubrieron grandes diseñadores, como Georgio Armani y figuras como James Gilchrist (vicepresidente de Comme des Garçons USA), mencionadas en el artículo ‘Less Is More’: Fashion Hails Slimmed-down Collections para la revista WWD, fueron:
- Al tener menos variedad de diseños se disminuye el inventario y hay menos residuos de confección, ya que se puede optimizar mejor el uso de telas.
- Tradicionalmente siempre hay prendas que venden menos, al eliminar estas de las colecciones se previene su pérdida y se ahorran recursos.
- Se encontró que el proceso creativo de diseño era más enfocado, creando colecciones más cohesivas y nítidas.
- Las marcas encontraron mejor su estilo personal, priorizando los diseños que más se alineaban con su gusto y objetivo.
- Se realizaron suficientes opciones para mostrar variedad al consumidor, pero no tantas que lo abrumen.
Incluso con tantas ventajas, después del COVID la práctica de encoger las colecciones de moda se olvidó. Los esfuerzos se desviaron a desarrollar nuevos materiales y reducir la huella de carbono implementando materiales reciclados, que es genial y bueno, pero es utilizado como excusa para seguir con el ritmo de producción actual. Aún así hay algunos pocos que trabajan de manera consciente y luchan por una mejor industria, por ejemplo, la semana de la moda de Copenhague hizo historia como la más ecológica al implementar requerimientos mínimos que aseguran el cuidado del medio ambiente como exigir que al menos el 50% de las colecciones sean de material reciclado, biomateriales o deadstock. Y aunque tener esos requerimientos ya es un paso adelante, también esperamos que pronto Copenhague (y el resto del mundo de la moda) implementen nuevos requerimientos con respecto al número de piezas o looks. Como mencionó Rachel Arthur en su carta al editor de Business of Fashion: “para llegar a las metas de cambio climático de la ONU se deben eliminar los mensajes de sobreconsumo, y esto incluye la oferta excesiva en la moda”.
¿Qué podemos hacer nosotres por lo pronto?
Cuando vayas de compras haz una lista de lo que necesitas y antes de ir a una tienda en el centro comercial busca marcas locales para ver si tienen lo que buscas. Y si eres amante de la moda, apoya y haz ruido sobre marcas que tienen colecciones bien editadas, apreciando y comentando sobre esta parte de los lanzamientos.
Dejemos de ver la variedad excesiva como una ventaja y un punto positivo en las tiendas o en las marcas que consumimos. Disminuyamos la velocidad con la que superamos ciertas prendas, ciertos estilos, ciertos atuendos. Veamos la belleza en una colección bien curada, cohesiva, en la que cada look es único. Cuestionemos el hecho de que cada vez que entramos a una tienda vemos que lo que estaba el mes pasado ha sido reemplazado por prendas totalmente nuevas. Más opciones no siempre significa más libertad de elección, o mayor control de lo que quieres, a veces solo son más obstáculos que nublan nuestra capacidad para identificar lo que es para nosotros y nuestro estilo.
