Por: Paola Cerezo

I Saw the TV Glow, dirigida por Jane Schoenbrun, es una experiencia cinematográfica sensorial sobre identidad, crecimiento y la experiencia trans, a través del prisma de la cultura pop de los años 90.
La película gira en torno a Owen y Maddy, dos adolescentes que forman un vínculo a través de The Pink Opaque, un programa de televisión que nos recuerda series como Buffy, la cazavampiros o Hechiceras. Este show dentro de la película es el espejo y catalizador de la transformación personal de los protagonistas, aunque de distinta manera para cada uno.
Por un lado, el personaje de Maddy lo revela con total honestidad, sometiéndose a una transición. Sin embargo el personaje de Owen lo silencia, representando las vivencias queer reprimidas, quedando atrapado en un cuerpo y un mundo que no puede habitar plenamente. Ambos encarnan formas distintas de supervivencia en un entorno cisnormativo: mostrarte tal cual eres o esconderte hasta perderte.
Cada elemento visual y sonoro en la peli está cargado de intención. La puesta en escena y la cinematografía transmiten distintos estados psicológicos. Se contrasta la cotidianeidad como un estado emocional desaturado y limitante, con el mundo de The Pink Opaque, lleno de colores vibrantes y escenografías fantásticas que crean un espacio de deseo y libertad. La fotografía baña los momentos emocionales más potentes en luces magentas, púrpuras y azules, evocando el anhelo juvenil y la transformación.
En cuanto al soundtrack, hay un par de escenas musicales con una gran fuerza expresiva, como si la película se volviera también un videoclip. Estas secuencias elevan la narrativa como estallidos de identidad, de deseo reprimido y de reconocimiento interno.
Para muches de nosotres, los shows que amamos de pequeñes no fueron solo entretenimiento: fueron espejos, manuales, o incluso refugios. I Saw the TV Glow captura esa nostalgia y nos recuerda cómo esas historias ficticias que nos obsesionaban terminan contribuyendo a moldear quiénes somos, cómo sentimos y cómo pensamos.
Schoenbrun construye una obra que reconoce a las adolescencias queer no representadas a través de una carta de amor a los mundos que nos salvaron en la pantalla y nos vieron crecer. I Saw the TV Glow no se limita a contar una historia: la irradia, como el brillo en nuestros rostros de una televisión encendida en medio de la oscuridad.