Diseño y texto: Tris

El 3 de diciembre de 2024, en Latinoamérica despertamos con una noticia cuya gravedad no aclanzábamos a dimensionar: se había decretado la ley marcial en Corea del Sur. La última vez que se decretó esta ley fue en 1980, con la instauración de la dictadura al mando de Chun Doo-hwan, la cual tuvo una duración de 7 años.
El 18 de mayo de 1980, un grupo de estudiantes de la universidad de Chonnam se organizó para protestar en contra de la ley marcial, lo cual resultó en una masacre. Aunque ahora el 오일팔 (o-il-pal o cinco uno ocho) es un día recordado nacionalmente, durante muchos años siquiera discutir este hecho estaba penado bajo la ley surcoreana.
La versión oficial era que un grupo de simpatizantes comunistas habían organizado los disturbios y que tan solo 165 personas habían sido asesinadas por el ejército. Sin embargo, hoy se calcula que fueron entre 600 y 2500, y que no eran “simpatizantes comunistas”, sino personas comunes y corrientes que estaban protestando en contra de la militarización y a favor de la democracia.
La premio Nobel Han Kang nos transporta a este terrible episodio de la historia de Corea del Sur en su libro Human Acts, el cual nos lleva al corazón del conflicto desde distintos puntos de vista: un joven que busca a su amigo, el fantasma de un joven que participó en los disturbios, una editora, un prisionero de guerra, una oficinista que está decidiendo si dar su testimonio sobre lo sucedido en Gwangju, la madre del joven de la primer historia y, finalmente, la escritora misma. Además, este libro no está situado únicamente en 1980, sino que va avanzando y regresando a través del tiempo para hablar de cómo era la vida antes de la ley marcial, la vida durante ésta y también sobre cómo este hecho sigue haciendo eco hasta nuestros días.
El libro narra de una manera tanto hermosa como escalofriante el estrés, el dolor y el horror de los habitantes de Gwangju. Me parece particularmente impresionante el que haya varias secciones escritas en segunda persona, forzando a lx lectorx a ponerse en la piel del personaje. Era como si no fuera Dong-ho quién está en el gimnasio revisando cadáveres para ver si encuentra a su amigo, Jongdae, sino yo, lectora, quien observa los rostros y la ropa de los cuerpos. Además de esto, Han Kang no maquilla ningún detalle, por más horrífico y terrible que sea, dando así una versión cruda de la terrible realidad de la ley marcial.
Human Acts fácilmente pudo haberse convertido en un libro increíblemente violento, lleno de sangre, rifles y cuerpos; sin embargo, la autora humaniza estos cuerpos al contarte su historia. No solo cuenta su sufrimiento, sino también de sus vidas cotidianas, sus esperanzas, sus sueños, sus temores y sus soledades. Este libro nos recuerda que la cifra de 600 a 2500 personas no es únicamente un número en papel, sino vidas arrebatadas antes de tiempo. Además de esto, retrata la bondad, la unión de una comunidad ante la tragedia, el amor profundo y el trauma de aquellos que vivieron (y siguen viviendo) en Gwangju.
Fue una escalofriante coincidencia que el decreto de una nueva ley marcial llegara el mismo año que Han Kang recibió el premio Nobel de Literatura. Sirvió como un terrible recordatorio de por qué es tan valioso seguir leyendo y hablando de tragedias como el 18 de mayo. Incluso hoy, a más de 40 años de este suceso, eas importante recordar la historia para evitar que se repita, tal como hicieron los diputados coreanos que, la noche del 3 de diciembre, defendieron su democracia.