Por: Jessica Mora

LA BELLA Y LA BESTIA… ¿EL BOTOX?
Si envejecer es un privilegio ¿por qué le tememos tanto? Me pregunto quién o qué nos enseñó a teñir las canas, a maquillarnos las ojeras, a rellenar las arrugas del rostro con químicos y agujas. Si envejecer es un privilegio, ¿por qué siento que con el pasar de los días mi valor como persona, como mujer, se pone en riesgo?
Los años nunca se detienen y a pesar de cuánto procuro aceptar lo relativa que es la palabra “juventud”, reconocer las consecuencias que ha tenido el tiempo sobre mi cuerpo aún me cuesta horas; las mismas horas que termino debiéndole al “beauty sleep”. Se me escapa una sonrisa y de pronto el maquillaje ya se atoró en los nasolabiales, me da el sol en el autobús y aparece una peca en mi mejilla. Cada tres semanas, cuando interrumpo el crecimiento del tupé con las tijeras, arranco la misma cana; que aún tiene guiños de color café. Lo da todo pero no es suficiente, cumplí 26 y según el internet soy… ¿vieja? pero al mismo tiempo ¡me veo muy bien para mi edad!
Une deja de reconocerse, más no estoy segura si es por convicción o narcisismo. Te topas con el concepto de “ver cómo vas perdiendo tus rasgos adolescentes” y te empapa la nostalgia. Cuando era niña no pensé que lucir como una mujer se condenaría tanto. Parece que dejar que nuestros rostros se adapten con nosotres a la vida es “dejar que la naturaleza gane”, cosa que no podemos permitirnos. ¿O sí?
La insana realidad es que la juventud es como una moneda que vale tanto que no queremos soltarla, pero el precio de la vida eventualmente se eleva y tenemos que pagar por esas experiencias y recuerdos que se notan en nuestras manos y piernas, en los hoyuelos, en la sien, en el cuello y en el cabello.
Sin embargo, para aquelles afortunades en la sociedad, existe más que una sola moneda para pagar y junto al paso del lujoso tiempo; también se ha vuelto alcanzable volver a sentir la guita en el bolsillo. El botox está aquí para quedarse.
TOXINA BUTOLÍNI–¿QUÉ?
Me encantaría creer que el botox no es más que la fuente de la eterna juventud pero en realidad es una droga, una composición controlada que se extrae de la bacteria Clostridium Botulinum y que de ser ingerida por el ser humano ataca al sistema nervioso y causa una parálisis muscular.
Es curioso cómo su habilidad para dañar es aquello que lo vuelve una superestrella. El botox combate a la vejez, la más grande enemiga, debilitando y paralizando los tejidos, bloqueando nervios y desapareciendo arrugas un pinchazo a la vez.
¿Y LA PANDEMIA QUE TIENE QUE VER CON ESTO?
Cuando una crisis viral se desató en el mundo posmoderno lo único que nos conecta son las pantallas. De pronto cualquier interacción física se volvió digital y no sabíamos si era el espejo o una webcam lo que nos retrata cómo en verdad lucimos.
Desde el 2020 en México la demanda de procedimientos estéticos aumentó un 30% (Swissinfo, 2025) y el país se posicionó como zona con gran oferta de turismo estético. En el 2022 el sector de la cirugía estética a nivel mundial superó los 75 mil millones de dólares. Ya te imaginarás lo que eso puede significar para nosotres hoy en día.
LOS FILTROS Y LAS REDES SOCIALES.
No solo nos tocó leer sobre esta transformación, sino vivirla. A finales del 2022 un nuevo filtro llegó a TikTok y género discursos de todo tipo. El filtro del envejecimiento, “aged” en inglés.
Mi fyp (“for you page” o “para tí” en español) se había llenado de personas que al usarlo presumían su fascinante genética, otras que lamentaban su futuro rostro y expertes comentando sobre la exactitud de los resultados. Ese fue el momento en el que tomé consciencia del cambio en la perspectiva colectiva. Teníamos dos opciones, dejar que ese filtro se volviera una realidad o intervenir para evitarlo a toda costa.
No serviría de nada que habláramos de reprobar los tratamientos estéticos sin reconocer que estos solo se han exacerbado con la interconexión y su pública tensión, que impacta mental y físicamente a cada persona que figura en el universo digital. Al final del día, el botox o sus derivados son solo peones en un juego mucho más grande.
Un fragmento de Servidumbre humana (1915) de W. Somerset Maugham es lo más honesto y más cercano a una respuesta que he encontrado: “Es una ilusión que la juventud sea feliz, una ilusión de aquellos que la han perdido; pero la juventud sabe que son desdichados porque están llenos de un ideal sin verdad que les ha sido inculcado, y cada vez que entran en contacto con lo real, se amoratan y hieren. Parece como si fueran víctimas de una conspiración; pues los libros que leen, ideales por la necesidad de selección, y las conversaciones de sus mayores, que miran hacia el pasado a través de una neblina rosada de olvido, los preparan para una vida irreal. Deben descubrir por sí mismos que todo lo que han leído y todo lo que les han dicho son mentiras, mentiras, mentiras; y cada descubrimiento es otro clavo incrustado al cuerpo en la cruz de la vida”.
Me queda pensar que el concepto de “envejecer con gracia” termina siendo un privilegio de clase, quizás un plan macabro de la industria de la belleza o simplemente una legítima demostración del temor colectivo a dejar de ser valioses.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
SWI (2025). “La demanda de tratamientos estéticos crece un 30% en México desde 2020”. De Swissinfo. Recuperado de: https://www.swissinfo.ch/spa/la-demanda-de-tratamientos-est%C3%A9ticos-crece-un-30%25-en-m%C3%A9xico-desde-2020/88928549
Somerset, W. (1915). “Of Human Bondage”. De Goodreads. Recuperado de: https://www.goodreads.com/quotes/104368-it-is-an-illusion-that-youth-is-happy-an-illusion