Cuando tu fandom se vuelve tu relación tóxica pero tú eres le artista, ¿qué haces?

Texto y diseño por Gina
Enla actualidad de la industria musical, tener un fandom leal, dedicado y numeroso es una condición casi indispensable para que la presencia de une artista se consolide en el mainstream. Idealmente, la relación entre artista y fandom es simbiótica, pero en la práctica, es más común que sea una relación parasítica, especialmente en nuestro mundo de ubicuidad de imágenes, inmediatez e hiperconectividad.
Hace mucho que el internet dejó de ser un lugar escapista, utópico y autocontenido. A menos que decidas mantener un perfil extremadamente bajo y privado en las redes, incluso las personas comunes y corrientes nos hemos convertido en figuras públicas y consumibles. Para les músiques conocides por miles o millones esto implica escrutinio y disección pública de su vida pública y privada: su trabajo, su visión artística, sus relaciones interpersonales y sus opiniones políticas están bajo vigilancia constante no solo de la prensa, sino de un público masivo cuya opinión, si bien es intangible a través de una pantalla, tiene repercusiones reales en la imagen, carrera y sensibilidad de les artistas. Incluso conectar con sus fans en los espacios de fandom puede ser un arma de doble filo, especialmente cuando la interacción se vuelve cercana y aparentemente recíproca.
Debido a ello, muchas estrellas deciden imponer una barrera clara y tajante entre su público y su arte, pero ¿qué pasa cuando les fans son una parte tan intrínseca de sus carreras que al escuchar el nombre de le artista también resuena en un susurro el nombre de su fandom? ¿Qué pasa cuando esa segunda sombra es tan imposible de contener que se termina derramando al trabajo del artista? Waterparks escribió un álbum al respecto.
En 2019 la banda estadounidense de pop-rock Waterparks (conformada por el vocalista/guitarrista Awsten Knight, el guitarrista Geoff Wigington y el baterista Otto Wood) lanzó su tercer álbum de estudio, osadamente titulado Fandom. Curiosamente, el comentario sobre el fandom no es el único tema del álbum, que también es, en gran parte, un trabajo sobre ruptura y desamor; sin embargo, las partes críticas son filosas, desvergonzadas y ácidas.
Después del intro, “Watch What Happens Next” abre el álbum condensando todas las inquietudes de la banda en una canción. Es una mezcla entre queja y plegaria por un cambio en la industria para que artistas como ellos puedan vivir de su arte, sin sentirse culpables por buscar una compensación justa o por experimentar con su sonido como les plazca. Critican fuertemente a les fans que tratan a les artistas de manera transaccional; aquelles que creen que su apoyo “incondicional” les otorga el derecho a tener ingerencia en la dirección creativa o la vida personal de la banda.
“Nuestres fans necesitan un formato digerible/Nos abuchearían/Es una represión cultural”
“No me amas como antes/Qué pena/Quieres escuchar mi arte/Pero que sea bajo tus términos”
Con una espesa capa de ironía recubriéndolo, “Dream Boy”, tercer track del álbum, se burla de las relaciones parasociales que creamos les fans con nuestres favs. Las expectativas que tenemos de elles pueden ser tan grandes y a la vez tan frágiles que terminan en decepción. Waterparks rechazan ser los chicos de ensueño que su fandom cree que son, y reconocen que esa imagen es una mera ilusión que cada quien construye según sus propios parámetros y suposiciones infundadas.
“¿Soy tu chico soñado?/El que vive en tu subconsciente/¿Crees en el amor?/¿Y me lo debes a mí?”
“Házme complejo/Soy moderno y anticuado/Porque nací para ser tu favorito/Nunca te romperé el corazón/Soy tu chico/Hecho a la medida”
Temor, enojo y aceptación se conjuntan en “War Crimes”. Es una canción de sentimientos encontrados y frustración ante la realidad de la escena musical pop-punk en la que se mueve la banda: tienen que arrancar sus raíces para mudarse a Los Ángeles y perseguir el éxito; sus ídolos no siempre son buenas personas; el trabajo diligente no es suficiente y la relación con sus fans es ambivalente. Awsten, con tono sardónico, admite creer que el fandom va a ser su perdición, pero tampoco quiere desprenderse de quienes son su razón de ser. Al fin y al cabo, elles son las manos que aplauden en cada show, las voces que gritan las letras, las personas que los llenan de cumplidos y palabras de agradecimiento.
“Somos la boy band favorita de Dios/Rezando por ser relevantes/En mi paraíso/El fandom será mi perdición/Sigan alzando las manos/Díganme que me veo guapo”
Fandom es tanto una petición como una invitación. Una petición por que a les artistas se les reconozca no como productos ni como proyecciones de los deseos de les fans, sino como seres humanos: multifacéticos, cambiantes, sensibles, imperfectos y a veces incongruentes. Y una invitación a repensar cómo nos relacionamos con les artistas y sus creaciones a partir de los lentes del fandom. Entre fans y artistas no nos debemos una incondicionalidad que no nos nutre y que no nos hace felices.