Reistencias Queer con Abrazo Grupal

Texto, entrevista y diseño – Garye

Las personas LGBT+ hemos existido desde siempre y estamos por todas partes. Aunque de pronto el clima político que nos rodea puede sentirse un poco confuso, a veces pareciera que lo queer es cada vez más aceptado, e inclusive celebrado, y hay otros momentos desoladores en los que parece que por cada paso que damos hacia adelante retrocedemos diez más. Por suerte Abrazo Grupal, una plataforma digital encabezada por Luis Ruiz y Andrea Natzahuatza, está aquí para darnos un espacio seguro de aprendizaje, cotorreo y apapacho que nos recuerda que nunca estamos soles. Recientemente publicaron su primer libro Resistencias Queer de la mano de Penguin Random House y hoy nos cuentan un poquito más al respecto.

Para ustedes, ¿Cuál es la importancia de nombrarse queer?

Luis: Siempre lo he platicado con Andrea y ella dice que queer lo ve como algo más colectivo. Para mí es importante porque siento que si yo usara etiquetas más rígidas cambiaría de opinión cada quince días. Mi experiencia con la sexualidad y el género ha fluctuado mucho en los últimos años. Yo en algún momento creí que era bisexual y luego dije “No, sí me gustan los hombres. Soy gay.” Pero luego conforme fui leyendo cosas y viviendo cosas fue de “Uhmm, no sé.” A mí me gustan las etiquetas, me gustan mucho. Siento que me permiten posicionarme políticamente. Para mí la cuestión de las etiquetas es algo político y que me permite encontrar a mi gente. Me permiten posicionarme y encontrarme, pero no limitan al Luis que todos los días se siente distinto y que vive el género y su sexualidad dependiendo de la etapa de su vida [en la que se encuentra].

En el libro abordan la cuestión LGBT+ más allá del amor. Complejizan la conversación al enfocarse en esos otros lados “más humanos”. ¿Pueden contarnos más sobre el tema de ver a las personas LGBT+ como personas de 360 grados y no solo como seres de luz y amor?

Andrea: Nosotres creemos que se tienen que complejizar las conversaciones. Sí hay cosas interesantes en las “conversaciones de siempre”, pero sentimos que hay que dar un paso hacia adelante. Cuando ves que todas las marcas usan el “Amor es amor”, y sí, al fin y al cabo es una frase muy importante hasta históricamente, pero ¿que siga siendo la única frase que hace referencia a la lucha LGBT+? Nos queda bien cortita. Necesitamos hablar de otras cosas porque, qué bueno que “me des permiso de amar a otra persona”, pero también hay que hablar de otras cosas que nos pasan. Positivas y negativas. Las problemáticas que nos atraviesan. Nosotres queríamos complejizar la conversación. Sí, “el amor es amor” y la violencia que nos atraviesa son problemáticas que tenemos que atender, pero también hay otras cosas: propuestas, activismos, resistencias, personajes que son inspiradores. Las personas queer tenemos problemáticas, pero también tenemos muchas historias de personas que somos felices siendo queer y que generamos espacios y dinámicas seguras. También hace falta poner el foco sobre eso. Cerrar la conversación y las problemáticas a una cosa… Nuestra intención era esa: abordar cosas que no abordamos en el día a día.

En Resistencias Queer también hablan sobre mantenernos más neutrales en lo moral. No meter nuestras ideologías en los derechos de les demás. ¿Cómo evitamos juicios desde lo moral para ser más objetives y saber qué es lo que otres necesitan, independientemente de si yo estoy de acuerdo o no?

Luis: Esa área gris dentro del activismo es muy complicada. Creo que a veces entendemos como “diferencias de pensamiento” cosas más profundas y que sí son inaceptables. Es la paradoja de la tolerancia, donde en nombre de la tolerancia nos damos el derecho a ser intolerantes con el intolerante. Para mí un gran ejemplo es Wendy Guevara, cuando ella empezó con un discurso que no era el discurso del activismo LGBT+ académico, empezó a haber mucho señalamiento. Hay mucho lugar para los matices en las conversaciones. Siempre y cuando las personas involucradas en la conversación sean las personas implicadas en la problemática o en la realidad. Entre personas LGBT+ es super válido tener distintos acercamientos teóricos, prácticos y que las diferencias sean rudas, así como las conversaciones. Lo que encuentro problemático es que las personas que entran a la conversación no estén implicadas ni sean afectadas por la problemática y que digan “Ay, solo pienso diferente” cuando no, solo estás siendo culero.

Cuando hablamos de rebeldía en las personas queer nos enfocamos mucho en “el momento de salida del clóset”, nos vamos mucho a los “grandes momentos”, pero las personas LGBT+ estamos viviendo cosas a diario. Para ustedes, ¿cuáles son las acciones cotidianas que representan la rebeldía?

Andrea: Me voy a robar una respuesta que da Luis todo el tiempo. Este libro se escribió cuando Luis y yo trabajábamos en la misma escuela. Dábamos las mismas clases en la misma prepa en León, Guanajuato. Estábamos en un estado súper conservador. Aunque el tamaño de la ciudad no la vuelve tan intolerante como otros municipios del estado, tampoco es tan de mente abierta. Este libro se escribió entre recresos, entre clases, entre juntas, entre una revisión y otra. Cuando empezamos a trabajar el proyecto de Abrazo Grupal, que sucede sobre todo en Instagram, te conviertes en el profe que escribe sobre diversidad y hace un podcast sobre diversidad y ¡lo encuentran tus alumnos! Llega una de tus alumnas y te dice “maestra, me encanta su podcast” y sólo puedes sentir el tirón en el estómago de “No manches, está en el internet. Ya no me puedo hacer responsable de lo que suceda con eso.” Pero decidir ser docentes abiertamente queer en un espacio tan conservador es una manera de resistencia y es de diario. Cada que nos paramos en nuestro trabajo y decimos “ni me voy a esconder ni voy a quitar mi sticker de la bandera bisexual ni nada” y a algunas personas les parecen pequeñas resistencias, pero al hacer eso en varios contextos te estás jugando la chamba. Quizás otra manera de resistencias cotidianas es cuando contamos historias de personas queer que somos felices. Estamos muy acostumbrados a estas historias sí de salida del clóset, pero de las personas a las que corrieron de la casa por salir del clóset, a quien no le volvió a llamar la mamá, o que ya no habla con su familia. Ver esos casos de éxito, de felicidad, de papás celebrando a sus hijes queer… a lo mejor ellos no saben que son parte de la resistencia. Probablemente no saben lo que significa que se paren con sus hijes en la marcha LGBT+ o lo que puede representar para las personas que no tuvimos esa respuesta en ese momento.

¿Cómo podemos crear espacios donde las juventudes y las infancias sepan que lo hetero-cis no es lo único que hay allá afuera?

Luis: Creo que los espacios seguros y que reciben a la diversidad, primero que nada (y esto requiere mucho valor) tiene que verbalizarse: “Esto es un espacio seguro, que te recibe.” De alguna forma hacerlo visible es súper importante. A muchas personas dentro de la comunidad LGBT+ le será familiar la sensación de ir caminando y ver los carteles en ciertos establecimientos que dicen “En este establecimiento no te discriminamos por…”. Una vez que Andrea y yo trabajamos en un lugar que no era muy receptivo con las personas de la comunidad, nuestra jefa llevó una playera que tenía un mensaje de aceptación y ahí lo dijo todo. Creo que es una pedagogía interesante, es hacer visible de una u otra forma que es un espacio seguro. Con las palabras, con el uso del lenguaje incluyente… Encontramos en eso un esfuerzo intencionado por incluir. Cuando veo que alguien con su cuerpo, sus palabras, su forma de vestir o de hablar, no sólo no tiene un problema conmigo, sino que lo que soy lo celebra, lo abraza, lo respeta y lo valora… me parece que esa es la forma. ¿Cómo se crean estos espacios? poniéndose en riesgo, y eso es algo muy duro y muy fuerte, porque siempre hay un riesgo con la apertura de estos espacios.

Andrea y yo tuvimos la oportunidad de entrevistar a Alaín Pinzón, miembro del Consejo Ciudadano para VIH e ITS de la CDMX y de VIHve Libre. Nos encantó que cuando le preguntamos “¿Qué haces cuando te cansas de resistir?” su respuesta fue “Me recuerdo que si no lo voy a hacer yo, quién sabe si lo haga alguien más. Me recuerdo que yo lo tengo que hacer”. Puede sonar un poco progre, pero es importante recordar que detrás de cada espacio seguro hay noches en vela, pleitos, cosas que no se lograron, lágrimas y sudor y muchas otras cosas.

Especialmente en un país como México, ¿se puede encontrar un punto medio entre la religión y lo queer?

Andrea: Yo no soy una persona religiosa y no me siento en posición de decir si sí o no, pero sí creo que en un espacio que se supone que está hecho y construido para recibirte y “amar a tu prójimo como te amas a ti mismo” deberíamos caber todas las personas. No creo que la fe esté peleada con la diversidad, creo que cada quién hace con la fe lo que quiere, pero también creo que es un espacio que está hecho para darle paz a la gente. Yo envidio mucho esa parte, “qué envidia la gente que tiene mucha fe y dice que eso le da tranquilidad en el mañana”. Creo que hay maneras de juntarlas, no creo que esté peleado uno con lo otro, siento que depende de quién decide acompañar esos procesos y espacios.

Luis: Creo que el problema está en las instituciones y quienes tienen el poder dentro de ellas. Ya sucede la flexibilidad de los textos. Hay muchas reglas en los textos religiosos que no se cumplen ni siquiera por los ministros de la religión. Sin embargo, los preceptos LGBT+ fóbicos siguen considerándose actuales porque seguimos viviendo en una sociedad lgbtfóbica. Aún así hay muchos esfuerzos que me parecen bastante interesantes, por ejemplo hay toda una rama de la teología: la teología queer. La IBERO recién publicó el libro “Dios Queer” y también está el padre James Martin que tiene un libro llamado “Tender un puente” y, aunque hay muchas cosas con las que difiero porque siguen siendo muy heteronormativas, me parecen acercamientos muy valiosos para unir estos espacios.

Para mi la experiencia queer nunca ha estado separada de la religión. Crecí en un entorno hiper-religioso, en una escuela, que a pesar de ser muy parecida a los espacios en los que hoy trabajo, el tema de la diversidad era totalmente violento y doloroso. La experiencia de lo queer, al menos en México, muchas veces empieza desde la culpa religiosa.

¿Cuál es la importancia de mantenernos flexibles y de que estemos en paz con la idea de que varias ideas puedan ser ciertas?

Luis: Claro, por eso seguimos tan felices de haber escrito un libro y estar en los salones de clases. Esos dos espacios, y no solo los salones de clase, sino los cursos, talleres y otros espacios de formación, creemos que son un antídoto para las dinámicas de las redes sociales donde damos vueltas sobre lo mismo una y otra vez. A veces estamos diciendo lo mismo con términos ligeramente distintos y ya nos estamos deseando la muerte. La realidad es que los espacios de activismo deben de ser más flexibles porque debemos caber todes y no hay forma de que todes compartamos un marco teórico o que estemos de acuerdo con todos los términos que hay que utilizar. No vamos a entender el mundo de la misma manera. Aunque estemos en una misma habitación y creamos que el contexto va a ser el mismo, lo cierto es que los acercamientos van a ser distintos. Cuando nos encontramos con otros grupos que tienen experiencias radicalmente distintas…¿cómo esperamos compartir todo? No hay forma, pero a pesar de ello nos enfrentamos muchas veces a los mismos enemigos. Sólo podremos trabajar juntos si aceptamos que la otra persona no va a compartir el mismo glosario, que la otra persona no va a entender exactamente de la misma manera el mundo. Algo que me gusta de nuestro libro es que abordamos varias perspectivas, porque no hay respuestas absolutas en lo queer. Es lo bonito, que fluye, que es elástico.

Se habla mucho de cómo las personas heterosexuales pueden ser buenos aliades, pero hablamos poco de cómo entre nosotres podemos serlo. ¿Qué podemos hacer para ayudarnos entre nosotres?

Andrea: Por eso a mí me gusta lo queer desde lo comunitario. Luis lo usa como una palabra para nombrarse, pero a mí me parece una gran palabra para nombrarnos. Creo que de pronto se nos olvida que la comunidad LGBT+ no se trata de “mí” y de “mi experiencia”, o sea sí, pero también se trata de un “nosotros”. Tal vez lo que afecta a otra persona de la diversidad no me afecta directamente a mí, pero en la generalidad, en la escala grandota sí me incluye y sí me afecta. Si no estamos avanzando y caminando para que todas las personas de la comunidad alcancemos el mismo reconocimiento de derechos (los que tendrán sus particularidades), no estamos caminando o avanzando en realidad. Estamos entonces en una caminadora que solo nos da esa sensación cuando no es verdad. Por eso me gusta el aspecto comunitario de lo queer. Entendernos como un solo concepto que tiene sus particularidades y especificidades, pero que nos engloba a todes. En ese sentido creo que como parte de la comunidad nos hace falta un poco de humildad, el decir “lo que me pasa a mí es importante y lo que le pasa a mi letra de la comunidad también, pero eso no significa que lo sé todo, ni que es ‘el problema’. Me toca escuchar las otras problemáticas y las otras historias.”

¿Cuál es la parte más importante de Resistencias Queer para ustedes?

Luis: Es un libro que nos gusta para compartir. Aunque puedes leerlo en tu cuarto muy a gusto, nos parece ideal para iniciar conversaciones alrededor de lo queer y en esas conversaciones puede participar quien sea. Lo que me parece muy bello del libro es que puedes entrar a leerlo y te encuentras con lenguaje incluyente, reapropiación, el descaro queer, la ternura radical… y tal vez puedes elegir ese paquete de cuatro capítulos y le dices a tu mamá que son esos los que todavía no está entendiendo. “Oye mamá, lee esto y lo platicamos”. No es que después del libro te vaya a quedar todo clarísimo, pero ponemos la mesa para la conversación. Podemos platicarlo y podemos entenderlo. No solo entre la familia, también con la misma pareja, les amigues y con une misme y lo que queremos entender de nuestra propia persona. Como Abrazo Grupal es un proyecto en el que creemos en lo comunitario y el libro también está pensado así: para compartirse con otres.

No es un libro regañón, no es un libro que busque decirle a la gente “todo lo estás haciendo mal, estás cancelado”. Es un libro que busca decir “esto es como lo entendemos a partir de quienes somos, de lo que hemos estudiado, leído y vivido” Es una serie de conceptos que te va a permitir entender lo que las personas LGBT+ buscamos, deseamos, luchamos, tememos, lo que nos hace sentir, lo que nos hace pensar. Y entonces podemos tener las conversaciones, ya no partiendo desde el prejuicio. Resistencias Queer enfrenta al prejuicio, lo mira cara a cara y da la posibilidad de acabar con el prejuicio a partir del diálogo y a partir del entendimiento. Es un libro de lectura fácil, lectura agradable, tiene momentos divertidos o de relajación. No se siente como tarea, pero al mismo tiempo aprendes.

Andrea: Yo creo que la parte más importante para mí es que es un libro para todo el mundo. Genuinamente creo que une chavite puede agarrarlo y encontrar cosas que le sean significativas, pero que al mismo tiempo puedo dárselo a mi papá o mis tías de 50 o 60 años y encuentran cosas que les hacen sentido. Es un libro desmenuzado, bien digerido, son conceptos que pueden parecer grandotes pero se hizo una chamba para explicarlos de la forma más efectiva posible y más aplicable a la vida real. Es un libro que está hecho para generar nuevas preguntas y que a partir de ellas podamos generar nuevas conversaciones.

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