Texto y diseño — Rebe

“Fue un día perfecto” es como solemos describir aquellos días en los que algo nos salva de lo monótono, llenándonos de dicha. Alinearnos con la exigencia de los sistemas actuales hace que nuestras vidas parezcan reducidas a cuatro paredes donde todo se repite una y otra vez. Despertar, trabajar por horas, comer, dormir. Repetir. ¿Es esto lo único que hay?, ¿cómo escapar de esta reducción? Para Hirayama, el protagonista de Perfect Days (2023), lo mundano resulta en sí mismo el escape.
El director alemán Wim Wenders, tras un descanso de 6 años, vuelve con esta producción alemana-japonesa para reconciliarse con la soledad, la inevitabilidad de la vida y la nostalgia. Perfect Days nos sitúa en el día a día de Hirayama, un hombre solitario que trabaja limpiando los urinarios públicos de Tokio. Fue estrenada en el Festival de Cannes 2023 y se encuentra compitiendo por el Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional, representando a Japón.
Hay muchas formas de describir una historia como esta: gentil, auténtica, real, por mencionar algunas. Utiliza una narrativa visual sencilla que nos hace transitar entre los días de su protagonista, interpretado por Kōji Hashimoto, desde el momento en que despierta, hasta el momento en que se va a dormir, seguido de pequeñas fracciones abstractas de sueños en blanco y negro. Una vez que estas terminan, un día más comienza para Hirayama y para nosotres.
Aún siendo rutinaria, su vida se entreteje de a ratos con la de otras personas, dando lugar a secuencias tanto cómicas,} como dramáticas. Lo que pudiera resultar aburrido y monótono para otres es para Hirayama algo que observar, cuidar y de lo que se puede aprender. Su sensibilidad, complementada con una forma de maravillarse casi infantil, le permite apreciar la banalidad y es aquello que lo mantiene suave ante los dolores de la vida. En un balance único, pareciera ser que ha encontrado lo que todos quisiéramos: la forma de hacer las paces con lo pequeña que a veces nos puede quedar la existencia y estar bien con ello.
Algo que lo acompaña como personaje secundario y que debe destacarse es su excelente soundtrack, el cual está repleto de hits de los 60s y 70s. Mientras que el mundo que lo rodea avanza a la par del presente, en el mundo de Hirayama resuena la memoria de días pasados a través de la música y acepta la nostalgia con calidez. También se permite disfrutar de hobbies como leer, tomar fotos de la naturaleza, salir a comer y más, cosas que de a poco nos van revelando fragmentos de su pasado.
Los relatos de Wenders son nobles y sutiles en la presentación de la naturaleza humana. En obras pasadas como Paris, Texas (1986) o Wings of Desire (1987) sus protagonistas están sumergidos en la duda y melancolía. Sin embargo, con Perfect Days se permite ser optimista e incluso, en palabras del mismo Wenders, utópico con un sentido de realismo. No pretende ignorar la dura realidad, pero le concede a Hirayama la gentileza de encerrarse en una burbuja de anhelos que ven lo mejor del día a día. Nos toma de la mano y nos asegura que el valor yace en el presente. La próxima vez será la próxima vez, ahora es ahora.
Nos habla de que todo lo que hacemos, incluso lo que no parece tener significado, consolida nuestra trayectoria. Pareciera que las cosas no cambian por más días que pasen y eso nos desespera, pero una vez que volteamos hacia el pasado, nos damos cuenta de lo lejos que se percibe el horizonte y lo mucho que se ha transformado lo que conocemos. Aunque la película inicia con Hirayama en un día habitual de trabajo y termina con el inicio de otro día de labor, las cosas han cambiado y seguirán cambiando para él, lo cual, más que verlo como algo desesperante, se plantea como un mundo de posibilidades tanto grandes, como pequeñas.
Nos enseña que los días perfectos también se hallan en lo más cercano a nosotres y nos inspira a buscar la belleza en lo mundano para hacer nuestras vidas más tranquilas y fáciles de sobrellevar.
Si bien su nombre lo sugiere, Wenders no hace alusión a que lo que vive Hirayama es en su totalidad perfecto. Las circunstancias nos obligan a encarar aquello fuera de nuestro control y esto nos puede lastimar, pero eso no quiere decir que no podamos tomar riendas de nuestra vida. La cuestión es intentar encontrar lo bueno en cada día, por más monótono que sea, como una forma de resistirnos a la tristeza y aceptar lo que fuimos y somos durante la construcción de lo que seremos. Pero sobre todo, Perfect Days nos recuerda que debemos tomarnos nuestro tiempo, pues las cosas por inercia eventualmente sucederán, pero hasta entonces, sólo tenemos el ahora.