¿Cuáles son los sonidos de la diáspora?, ¿cómo pensamos los sonidos de la negritud? Y ¿cómo pensamos los sonidos de la resistencia?

Texto y diseño por Bri
¿Cada cuánto te detienes a pensar que la música que escuchas es en realidad una historia en melodía? Las canciones, no sólo como expresión artística sino histórica, contienen una narrativa, una postura política, una perspectiva particular del mundo que habitamos. Crear y construir paisajes sonoros es recuperar y hacer memoria de aquello que encarnamos día con día. La música trasciende, siempre, nuestro par de audífonos.
Quien hace canciones tiene habilidad para ser cuentacuentos, y sabe que escribir es poderoso, y que ponerle un ritmo a sus palabras las vuelve aún más extraordinarias. Quien hace canciones tiene en su voz y en sus acordes una fuerza gigante para generar discurso, para recordar lo olvidado y para hacer oír lo que desde hace mucho dejó de ser escuchado.
Hay un valor transformador y disruptivo en aquelles artistas que desafían los cánones de la industria y se atreven a contar historias otras, y ese es precisamente el caso de Nicholas, un artista independiente nativo de Texas que, a través de sus canciones, construye puentes e invita a re-imaginar lo ya imaginado.
En “Yanga! Ipanema”, uno de los tracks del álbum de Nicholas, Heart in Cancer, el músico recupera la historia de Yanga, una de las figuras más representativas de las rebeliones esclavas negras de la región, mientras que, al mismo tiempo, utiliza la icónica melodía bossa nova de “La chica de Ipanema”, trazando un primer hilo transnacional que simboliza las articulaciones de lo afro en Afroamérica.
Yanga fue un negro cimarrón, es decir, un negro esclavizado que huyó de la esclavitud en busca de espacios de libertad cerca del ahora Córdoba, Veracruz. La rebelión liderada por Yanga fue un proceso largo de resistencia y negociación que culminó con el establecimiento de un primer pueblo libre bajo el nombre de San Lorenzo de los Negros.
Al preguntarle a Nicholas por qué eligió hablar de Yanga en esta canción, nos compartió que además de querer expresar su admiración y aprecio por la historia mexicana, colocar a Yanga en el centro desafía la idea generalizada en Estados Unidos sobre 1619 siendo el año en el que comienza la historia de lucha entre negros y blancos. “La rebelión de Yanga fue antes de 1619, 1619 no es el inicio. Probablemente no podamos decir que Yanga lo es, pero de eso se trata entender la diáspora.”
Escuchar la historia de Yanga arriba de “La Chica de Ipanema” nos invita a explorar, por un lado una historia personal de Nicholas, quien después de haber visitado Brasil encontró una nueva parte de sí mismo; y por otro, una melodía conocida que nos brinda familiaridad y sentido de cercanía.
Al escuchar “Yanga! Ipanema!” surgen un montón de preguntas, ¿cuáles son los sonidos de la diáspora?, ¿cómo pensamos los sonidos de la negritud? Y ¿cómo pensamos los sonidos de la resistencia?
América Latina ha vivido un proceso histórico de larga duración de invisibilización de la negritud y racismo antinegro. Han llamado a lo negro “la tercera raíz”, y equivocadamente nos han hecho creer que, porque somos “mestizes”, solamente existen dos posibles pasados. En la historia oficial de nuestros países parece que lo afro no existe, mientras que 134 millones de personas se identifican con las afrodescendencias.
La narrativa hegemónica se ha encargado del borramiento, arrancamiento y ocultamiento de la historia negra y, por ende, los cuerpos racializados como negros no sólo han sido negados, sino violentados. Esta negación ha sido una estrategia para la construcción de identidades, y una trampa para la creación de genealogía.
¿Sabes qué es la diáspora?
Según Lao-Montes, la diáspora afro es un campo histórico con más de un centro, es una formación geográfica y cultural compleja, fluida y abierta; es un espacio de identificación, de producción cultural y de organización política. La diáspora afroamericana es un entretejido de historias, un cruce de caminos.
“Lo que crea la diáspora es la historia y la experiencia compartidas, y mientras más fuertes sean, más fuerte es la identidad diaspórica”
La diáspora afro no debe remitirnos solamente a la esclavitud transatlántica, sino a todos los procesos que implican la corporeización de la experiencia afro y negra en la región. Nicholas nos compartió que durante sus viajes por América Latina se encontró encajando muy bien en más de un lugar, desafiando la forma rígida en que suele entenderse la identidad, y la manera en que los cuerpos suelen ser leídos.
A través de “Yanga! Ipanema!”, “Quise expandir la idea de lo que es una persona negra, y de lo que una persona negra puede hacer, expandir la idea de cuál es su esfera cultural e histórica. También quise extender esta identidad a lugares que no sólo son accesibles sino muy naturales”.
La diáspora es un proceso, una condición y sobre todo, un horizonte emancipatorio. El reconocimiento de los cuerpos y subjetividades en diáspora nos invita a repensar la historia, la manera en la que nos identificamos, la música que escuchamos, y las fronteras que le trazamos a nuestra propia experiencia vivida. Este proyecto musical está cargado de valor transformador, y de las ganas inmensas de Nicholas por explorar las formas en que podemos conectarnos a través de las barreras culturales que han sido erigidas en los discursos oficiales.
Traer la historia de Yanga a la música y proponer a la identidad diaspórica como articuladora de memoria y de posiciones comunes nos exige derribar un montón de fronteras incrustradas en nuestro imaginario para construir puentes que nos lleven al aprendizaje, a la comunidad, y a vivir nuestra cotidianidad en mucha mayor dignidad y reconocimiento de las vivencias afro en nuestra región.