“Tenemos que ampliar el universo”: entrevista con Sol Díaz Castillo

Texto y Diseño: Ana Tapia

Sol Diaz Castillo es mi historietista favorita. Por azares del destino llegó a mí su libro La hoja Naranja y me abrió el mundo de la narrativa gráfica de mujeres latinoamericanas. Ella es artista de cómic e ilustradora, profesora, difusora cultural y música.

Es autora de libros como Bicharracas 1, 2 y 3, La hoja naranja, La zorra y el sapo, ¿Cómo ser una mujer elegante?, Josefina y Manuel y su último libro: La rabia negra.

Es conductora del podcast La polola, con Maliki (también historietista chilena) y es una de las fundadoras de la revista de cómic femenino Brígida.

Recientemente tuve la oportunidad de platicar con ella sobre su vida como artista del cómic, la feminidad y crear proyectos:
CC: ¡Hola Sol! Para empezar, te quiero preguntar: ¿Cómo fue que iniciaste en el cómic? y ¿cómo fue tu paso de los libros ilustrados al cómic?

Sol: Mi inicio con el cómic fue…, bueno, con el dibujo desde chica, porque era como mi lenguaje, era una forma en la que de alguna manera encontraba mi mundo personal. Me gustaba salir a jugar y todo con otros niños, pero también siempre he apreciado espacios para mí y el dibujo era ese espacio. Pero el cómic nunca fue mucho un referente para mí. En mi casa no habían muchos cómics, yo creo que no habían. A lo mejor Archie. Entonces los referentes tenían más que ver con los monos animados, pero el cómic estaba alejado de mí. Además de que una vez fui a una tienda de cómic y vi cosas que tampoco me gustaron, como súper héroes que nunca me engancharon porque las mujeres nunca eran protagonistas, y si eran protagonistas era por una cosa totalmente secundaria y decorativa y eran muy hermosas, cosa con la que yo tampoco me identificaba y por eso nunca me identifiqué con ese mundo. Pero yo seguí haciendo historietas, porque me gustaba contar historias, al final. Me empecé a acercar a la ilustración saliendo de diseño, y yo ya tenía personajes. Ya había hecho un blog con unos personajes que son Las Bicharracas, entonces ya la ilustración y el cómic estaban todos juntos de la mano,lo que faltaba era encontrarme con gente a la que le gustara lo mismo o ver publicaciones similares.

Cuando publiqué Las Bicharracas, que fue en 2009 que salió el primer libro, pude ir a ferias del cómic y allí me encontré con otro tipo de cómic: uno más underground que tiene que ver con un humor mucho más irreverente; autores y autoras que trabajan otro tipo de dibujo, otra gráfica, mucho más personales, más experimentales y allí me enamoré de la historieta. Todo ese universo de las historias y en todos los lugares en los que se pueden manifestar me parecen interesantes. Desde esos lugares me empecé a enamorar con las muchas posibilidades que tiene un dibujo y de todas las cosas que puede contar, en los lugares que se puede desarrollar. Allí me enganché.

Como autora, siento yo, que mi lenguaje más natural es la historieta. Me gusta mucho ponerle globitos de texto o globitos a los personajes, más que contar una historia más general, me gusta el cuchicheo entre los personajes y sus mundos más personales.

CC: ¿Qué es lo que más disfrutas de tu proceso creativo a la hora de crear historietas?

Sol: Cada parte del proceso tiene su gracia. La parte más tormentosa, pero la más emocionante al mismo tiempo, es la parte de armar la idea, que es agobiante, es exasperante, que es terrible muchas veces, pero que cuando enganchái en lo que queréi hacer, como que estás descubriendo algo demasiado hermoso y como que ¡WOW! Entonces, al mismo tiempo que es agobiante porque tenéi que estar pensando, conectando, estái como atormentado por la idea, de la misma manera cuando la idea baja, es un placer gigante. Eso me gusta mucho, pero también al momento de ponerlo en práctica, de ya tener que dibujarlo, se vuelve un proceso más calmado, porque ya sabes lo que tenéis que hacer. Es más meditativo, cuando pintas y tenéis que ver que quede bien cierto color que se mezcle, que cierre bien un espacio, es más simple, pero también tiene una cosa reflexiva que me gusta harto. Pero yo creo que yo ejerzo mucho más la primera parte, que es la nube de ideas. Creo que, si tuviera que escoger, viviría más en ese lugar, que es como un poco suicida igual, (risas). Creo que viviría más allí. Mis dibujos igual son super simples. Entonces igual se resuelve rápido.

CC: Sí, eso es algo que me gusta mucho, que son algo que parece que podría aparecer en cualquier lugar por su simplicidad.

Sol: ¡Sí! ¡Lo hago a propósito! Como que no tiene mucha gracia en el fondo. La gracia es que lo puede hacer cualquiera y bueno, también tiene esa cosa de lo complejo que es lo simple. Para hacer una línea bien tienes que haber entendido la estructura y ahora tienes que desarmarla y dejar lo esencial y me gusta porque me aburro si es que estoy detenida demasiado tiempo en eso.

CC: La brevedad es una de las cosas que más me gusta de tus cómics. Es obvio que la brevedad también tiene un gran efecto, como Mafalda, pero hasta tus cómics lo comprendí. Me fascina eso de tus viñetas. En tu último libro La rabia negra, tienes viñetas de 4 cuadros que tiene frases tan duras…

Sol: (Risas) Claro y se tiene que entender y tiene que ser un mensaje directo, porque si no, no funciona. Es difícil esa parte de ver qué decir. Yo siempre parto de una idea central; por ejemplo, ahora en La rabia negra es “voy a hablar de esta rabia que se hereda en las mujeres”. Y después divido la hoja: cuatro viñetas. Y después estoy caleta de rato pensado ¿qué va a decir cada viñeta? Para lograr armar una idea, que se entienda diciendo poco, pero que se entienda bien. Es toda una administración de datos en la que hay que saber bien qué decir, qué palabras ocupar, que esa palabra sea un trampolín para que ese mensaje sea decodificado por el lector o lectora tirándole una sugerencia. Porque tú no puedes decir “ESTO es lo que van a entender”, pero sí puedes encaminarlos a ciertos lugares, es como una flecha. Hay que saber apuntar bien y saber de dónde tirar, dónde apretar. Hay que saber qué palabra usar (porque mientras menos palabras mejor) y qué es lo que va a decir la imagen. La imagen se hace cargo de las palabras que faltan y es la imagen la que en el fondo completa esos mensajes.

CC: Yo me enamoré de tu obra porque pienso que hablas de todo lo que implica la feminidad, desde lo bueno a lo que enoja o nos desafía.

Sol: Es que es como un camino a descubrir, yo siento. Como digo desde que yo hice Las bicharracas, a mí siempre me costó ser mujer, siempre, siempre. De chica pensaba que ser mujer era como que me había tocado perder en la vida, como que era todo tan aburrido y que las mujeres jugaban a cosas tan fomes y eran todas tan parecidas. Siempre me gustó jugar más con los hombres, los encontraba más simples, ¿cachái? Fue hasta que yo empecé a encontrar a otras mujeres, a otras formas, empecé a descubrirme a mí misma en otros referentes y allí fue donde comencé a descubrir que, “¿sabes qué? ser mujer no es tan malo”. Nos han hecho creer que es muy malo y nos han tenido un poco secuestradas y nosotras nos hemos creído esa weada. Entonces empecé a decir, “A ver, esta weada es medio rara, me huele mal. Parece que ser mujer es mucho más que ser rosada y usar tacos y qué se yo…gustarle a los hombres”, y en todos los libros que he hecho para mí han sido en lo personal, una búsqueda, porque yo tuve que construirme un lugar femenino. Entonces los libros y el dibujo a mí me han servido para explorar esos distintos lugares y explorar esos límites: ¿qué es esto? ¿qué es femenino? ¿qué no? ¿qué se nos permite? ¿por qué? ¿por qué a mí me cuesta esto y a los hombres no? Entonces todos los libros exploran esto porque esa es mi gran duda. Que es lo que son Las Bicharracaseste grito por decir “¡Soy una niña más allá de que te guste como yo sea o no! ¡Soy una niña!” Y ser niña es mucho más amplio de lo que me están diciendo. La mujer elegante, La zorra y el sapo, Josefina y Manuel, todo se vuelve una pregunta de la identidad. ¿Quién soy finalmente y quién me permito ser? Todos mis libros hablan de eso mismo desde distintos personajes porque yo siempre estoy en ese rollo. No me puedo salir de allí. (Risas)

CC: Ahora que ya hay muchas más creadoras y que muchas de ellas también exploran lo femenino ¿ha cambiado algo en cómo tú te acercas a este tema?

Sol: Es que yo creo que a raíz de, por ejemplo, la Powerpaola, la Marcela Trujillo (Maliki) acá en Chile, de la María Luque en Argentina, de la Delius, todas estas mujeres que uno empieza a descubrir, como estos referentes han sido súper importantes porque abren espacios para otras, esa es la idea, po. Que lo mismo que a mí me ocurría cuando iba a la tienda de cómic y que no encontraba ninguna historia donde las mujeres fueran distintas, o más parecidas a como yo me sentía. No había ninguna porque estaban todas hechas desde los hombres, desde su visión y desde su deseo. Entonces cuando empiezan a aparecer otras historias que hablan desde lo que somos más genuinamente, desde nuestras propias vulnerabilidades, ahí es donde una engancha y a mí me pasó que eso me enamoró de la historieta y por eso continúo haciéndola. Entonces pienso que somos las autoras las que vamos abriendo camino para que aparezcan nuevas voces y haya más mujeres que cuenten distintas historias, porque también hay un camino. Al inicio tal vez todas queremos hablar de “sí yo también me siento así en lo personal”, pero con el paso del tiempo a lo mejor salimos de ese lugar, o no necesariamente, sino que exploramos más allá y decimos:“hagamos historias de ciencia ficción, del mundo de la política” y empezamos a conquistar más terreno, pero es que antes no había ningún terreno desde donde comenzar, desde donde reconocer quiénes éramos.

CC: Siguiendo esta idea de abrir camino para otras. Algo que yo también admiro mucho de ti y Maliki es que se han esforzado un montón por hacer espacios para dar a conocer a otras autoras. ¿Cómo fue que surgieron los espacios de La Polola (podcast) y Brígida (Revista)? En lo personal para mí han sido vitales en este camino de conocer a mujeres latinoamericanas.

Sol: ¡Ay! Pues por lo mismo, porque nos aburríamos (risas). Yo creo que todo lo que uno hace es porque te incomoda, hay algo que no calza, que empezái a cuestionar y allí es donde una comienza a hacer cosas creativas. A nosotras en el mundo de la historieta nos comenzó a molestar ser siempre las mismas. Habían encuentros de historieta y siempre éramos yo y la Maliki hablando de las mismas cosas porque nos preguntaban las mismas cosas todo el tiempo, y siempre pasa que a la cosas de mujeres nunca van hombres y en cambio nosotras toda la vida hemos ido a todas las cuestiones de ellos porque era lo único que había. En cambio, los hombres sin cagando van a una plática de puras mujeres, no les interesa. Entonces nos empezamos a aburrir de eso, nos empezamos a cuestionar cómo es que no había otro espacio donde nos pudiéramos sentir más cómodas, divertirnos y ser nosotras las jefas. Allí hicimos La polola, porque es lo que teníamos a la mano y era lo más fácil de hacer; siempre teníamos en vista una revista, pero entre las dos no lo íbamos a poder lograr así que dijimos, ya hagamos La polola. Y allí empezamos con La polola. Llevamos más de 7 años.

Y la revista surge de lo mismo. En el podcast hablábamos de que queríamos hacer una revista y nos escuchó la Pati Aguilera y ella le dijo a la Isa y nos escribieron “Chiquillas las escuchamos en el podcast, nosotras también queremos hacer una revista. Juntémonos, juntemos nuestras fuerzas” y lo hicimos, enganchamos y resultó. Hay un primer motor que es lo que impulsa las cosas: la desconformidad, las ganas de hacer algo y de las ganas hay que pasar a la acción. Más allá de que funcione o no funcione, puede no funcionar, pero es importante hacerlo para ir aprendiendo o para, tal vez, darte cuenta de que no te interesaba tanto y lo abandonái. Pero es mejor hacerlo que no hacerlo, y con La polola y la Brígida ha sido pura ganancia. Entonces yo pienso que hay que aprovechar la energía que uno tiene y hay que intentar multiplicarla. Es la única forma de hacer que este medio que es tan pequeño, tan adverso, siga vivo. Tenemos que ampliar el universo.

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