Por: Oralia

¿Sabes qué pasó? ¿Escuchaste el podcast sobre el caso?
No, vi un TikTok hace unos días, pero no encontré la segunda parte.
Durante algunos años fui muy fan del “true crime”: escuchaba podcasts, veía videos, leía artículos sobre casos y asesinos. Pero con el tiempo, me empezó a afectar anímicamente y decidí dejar de consumir ese contenido. Mucho después, también comencé a notar cómo muchas veces estos relatos distorsionan la información o la presentan con total falta de sensibilidad, olvidando que las personas involucradas -víctimas, familiares, incluso los autores del crimen- son seres humanos que pueden salir aún más dañados por la exposición pública.
En su libro Penance, Eliza Clark nos transporta al pueblo ficticio de Crow-on-Sea para narrarnos los hechos detrás de un crimen horrendo que, tras ser pobremente cubierto en podcasts, videos de YouTube y blogs, finalmente recibe un recuento “formal” en esta novela. ¿El crimen? El brutal asesinato de Joan, una adolescente de 17 años.
La historia está escrita como si se tratara de un evento real gira en torno a cinco chicas: la víctima, las tres que la asesinaron, y otra más que las conocía. Al estar narrada como si se tratara de un caso real, genuinamente pensé que sí lo era, o que al menos estaba inspirado en hechos reales. Lo admito: la curiosidad me ganó y me puse a buscar en internet algún caso similar, pero no encontré nada.
El narrador, un periodista desacreditado por sus propios colegas, reconstruye los hechos al visitar a familiares de las involucradas, utilizando cartas y posts de Tumblr y nos cuenta cómo tres chicas adolescentes cometieron el crimen. Pero este narrador no es confiable. Obtiene ilegalmente las cartas de una de las autoras del crimen, acosa a los familiares de la víctima y de una chica implicada accidentalmente, contando lo que él creía que había ocurrido, más desde su imaginación que desde los hechos reales.
Por ello, narrador mismo empeora el caos, ya que es un periodista mediocre acusado de usar métodos poco éticos y no tiene ni una pizca de remordimiento de haber obtenido la información de manera ilícita porque para él, dinero es dinero (aun cuando las implicadas eran menores de edad…).
El asesinato es especialmente perturbador, y se sensacionaliza en los pedacitos de podcasts que nos muestran en el libro, y más por el hecho de que fue cometido por tres chicas adolescentes. Esto también pasa en nuestra realidad: se olvida por completo la humanidad de las personas implicadas y caemos en situaciones donde vemos cómo decoran galletas en TikTok con una voz contándonos una historia de un asesinato real de fondo.
Clark no solo aborda el consumo problemático del true crime, sino también la cultura tóxica del internet (saludos cordiales a quienes eran anons en askfm y Tumblr), el peligro de contar una historia desde una narrativa sesgada, y cómo los medios moldean la percepción pública para ajustarla a lo que desean contar (saludos a los medios que les gusta tergiversar la información porque les dijo su jefe).
Así mismo, Clark explora una gran variedad de temas a lo largo de la novela: la fascinación por los medios de true crime, la inquietante tendencia a canonizar asesinos (cosa que no sabía que existía pero es muy real), el disque “derecho” del público a invadir la vida de quienes estuvieron involucrados en crímenes, y la línea tan delgada entre la ficción y la realidad.
Pero Penance también es una historia íntima y sensible sobre crecer en un pueblo sin futuro, descubrir tu sexualidad en la adolescencia, enfrentarte a los peligros de internet, y navegar la complejidad de la amistad y la vida adolescente. El libro es evidentemente más que true crime si lees entre líneas.Las referencias a Tumblr, Hamilton, y toda esa estética de internet grunge me llevaron directamente a una época de mi vida en la que yo también era extremadamente vulnerable y donde vi mi adolescente reflejada en algunas de las personajes.
Este es el segundo libro de Eliza y la verdad me gustó muchísimo y se los recomiendo. No tiene absolutamente nada que ver con lo que escribió en su primer libro, Boy Parts, más que una cosa: las mujeres, a cualquier edad, podemos estar locas.