La llamada no es una historia de lástima, es una historia humana que toca las fibras más íntimas de les lectores y nos orilla a reflexionar sobre las luchas armadas, los movimientos de resistencia, los gobiernos, las relaciones amorosas y sobre la amistad

Texto y diseño por Andrea Rocaloca
“Cada vez que vuelvo a encontrarla no parece desolada sino repleta de determinación: ‘Voy a hacer esto, y lo voy a hacer contigo’. Jamás le pregunto por qué”.
Lallamada. Un retrato es el más reciente libro de la periodista y escritora argentina Leila Guerriero. En él, hila la historia de Silvia Labayru, argentina que formó parte del movimiento guerrillero Montoneros, y que por ello fue secuestrada y torturada durante la dictadura de Jorge Videla. Silvia, que dio a luz a su hija en un campo de concentración encima de una mesa. Silvia, que se reencontró con el gran amor de su vida más de 40 años después. Silvia, cuyo nombre de guerrillera era Mora. No es una biografía, es, como dice su título, un retrato: fiel, con asperezas, multifacético y sobre todo, desgarradoramente humano.
Leila Guerriero conoció a Silvia Labayru en 2021 durante una reunión de amigues en común. Antes de ello, Leila había leído un artículo sobre Silvia en el periódico Página ½, en el cual narraba parte de su historia y hablaba sobre el primer juicio por crímenes de violencia sexual cometidos contra las mujeres secuestradas durante la dictadura de Videla, que estaba en desarrollo en ese entonces y del cual Silvia fue denunciante clave, ya que fue la primera mujer en llevar a su violador a juicio por violación. Después de conocerse, de conversar por primera vez y de establecer un lazo de confianza, Silvia escogió la pluma de Leila para contar su historia.
A través de entrevistas, comidas, reuniones y mensajes de WhatsApp, Guerriero y Labayru reconstruyeron juntas la trayectoria de vida de esta última, sin reducirla a ser una sobreviviente o víctima más de la crueldad de la dictadura. El retrato que resultó del trabajo de ambas no es solamente una historia de la violencia de la dictadura. Es una historia de exilio, de maternidad. Es una historia de cambios, de dolor. Es una historia de amor.
La narración en La llamada es no lineal, con múltiples saltos y cambios de narrador, ya que Leila Guerriero entrevistó a la mayor cantidad posible de personas involucradas en la vida de Silvia. Algunes hablaron más que otres, algunes se rehusaron a hablar en absoluto. Gracias a esta estructura podemos comprender la complejidad de las vidas humanas, en este caso la de Silvia, con todos sus colores. Aprendemos sobre la infancia de Silvia, marcada por las historias sin filtro de su madre y por sus viajes al extranjero. Aprendemos de sus primeros noviazgos, del nacimiento de sus hijes. Aprendemos sobre su ingreso al prestigioso Colegio Nacional y cómo allí conoció a lxs Montoneros, movimiento armado peronista, de los cuales formó parte. Aprendemos de su secuestro, de sus torturas en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), de su exilio. Aprendemos sobre la reconstrucción de su vida. Aprendemos sobre su relación con su padre, y la llamada con este que le salvó la vida un 14 de marzo. Y aprendemos que “hay historias que no terminan nunca”. Esta es una de ellas.
Solo había leído a Leila Guerriero en una ocasión, cuando leí su libro Los suicidas del fin del mundo: Crónica de un pueblo patagónico. Esa vez pensé que la pluma de Leila era brillante, cautivadora e innovadora. Al leer La llamada he reafirmado mi opinión. Cuesta trabajo poner en palabras todo lo que este libro me ha hecho sentir. He sentido enojo, tristeza, empatía, pero no lástima. Porque La llamada no es una historia de lástima, es una historia humana que toca las fibras más íntimas de les lectores y, sin que ese sea el objetivo principal del relato, nos orilla a reflexionar sobre las luchas armadas, los movimientos de resistencia, los gobiernos, las relaciones amorosas y sobre la amistad.
No puedo decir que sea un libro fácil de leer. Esto no se debe a la escritura, sino al contenido. Saber que estás leyendo sobre acontecimientos que sí ocurrieron, que estás leyendo la historia de alguien que sufrió tanta violencia, que aunque la dictadura de Videla se acabó las cicatrices siguen frescas y se abren de vez en cuando, te desgarra. Te llena de impotencia, de frustración. Y precisamente por esto es por lo que creo que La llamada es un libro que todes deberían leer. Porque nos muestra lados de les sobrevivientes de la violencia estatal que no vemos normalmente. Leí y entendí que quienes escaparon de la dictadura se tuvieron que enfrentar al escarnio: “porque habíamos sobrevivido, teníamos que ser traidores”. Leí la historia de Silvia y comprendí por qué debía ser contada y por qué decidió contarla.
La llamada. Un retrato es uno de los mejores libros que he leído en el año. La historia que contiene no logra comprenderse si no se lee el libro en su totalidad, porque todos los pasajes están conectados. La historia de Silvia Labayru es una que merecía ser escrita, que merecía ser contada, y que ahora merece ser leída.