por Tris.

Cada vez que le menciono a gente fuera de mi círculo cercano que soy medievalista o que doy clases de literatura medieval, recibo respuestas muy poco entusiastas. Es casi como si dijera me dedico a estudiar cómo se seca la pintura en las paredes. Normalmente me dicen “Ah, que… interesante”. O el clásico: “Pero en la Edad Media la gente no sabía leer, ¿o si?” Y, ¿la verdad? No puedo culparles, tenemos una visión muy distorsionada de este periodo asociado a la oscuridad, a la persecución religiosa, la ignorancia y la enfermedad. Creo que esto comienza desde el mero hecho de que su nombre alterno sea “La edad oscura” cuando la realidad es completamente distinta.
- Mito: Casi no se escribía/leía en la Edad Media.
Realidad: La Edad Media abarca un periodo de aproximadamente mil años. Así es, desde el siglo V hasta el siglo XV. Y si bien la mayor parte de la producción literaria de este periodo se realizó en los tres siglos finales, esto no significa que no hubiera una buena cantidad de lectorxs y escritorxs.
De hecho, contrario a lo que se piensa, había un número importante de mujeres de clase alta que eran lectoras y escritoras. Además, aun cuando no supieran leer y escribir, participaban de un tipo de literatura llamada “aural” en la que alguien les leía en voz alta para poder acceder al conocimiento que de otra manera permanecería atrapado en los libros… o para enterarse del final del romance jugosísimo que estaban leyendo con sus amigas.
- Mito: Sólo escribían libros de religión y poemas de caballeros
Realidad: Sí, la mayor parte de los textos giran alrededor de la religión y la caballería, pero no es de lo único que se escribía ni significa que sean como los imaginamos. Uno de los textos más emblemáticos del siglo XIV trata de una mujer que deja a su esposo, viaja por el mundo, tiene fantasías muy… picantes con Jesucristo y llora un montón. Tenemos otro donde una princesa se enamora de un cadáver, caballeros que juegan a cortarse la cabeza, un guerrero al que le gusta pelear desnudo, una Cruz que habla, un caballero que se convierte en hombre lobo, hadas, animales que hablan, canciones de borrachos y más maravillas que te hacen emocionar, reír y llorar.
También hay textos más serios, profundos y contemplativos. Las elegías de este periodo son de las más hermosas e interesantes que he leído. Me reconforta pensar que hace más de mil años también habían personas hablando de temas como la soledad, el duelo, la angustia cósmica, la nostalgia y la amistad. Sea cual sea tu interés, estoy segura que hay al menos un texto medieval para ti.
- Mito: Los textos medievales son muy difíciles de entender
Realidad: El difícil acceso y la falta de traducciones al español son dos de los más grandes obstáculos que tenemos lxs medievalistas a la hora de querer difundir la literatura de este periodo. Las editoriales Cátedra y Porrúa son las que tienen el mejor catálogo de textos medievales, pero se limitan a los más canónicos. Aun así, puede ser una buena introducción a este mundo. Ahora que, si eres bilingüe, cada vez hay más textos en los márgenes del canon que se están traduciendo y se pueden encontrar fácilmente en internet. Parte de nuestro trabajo como medievalistas es acercar la literatura al público, interesarles, traducir más y hacer que poco a poco la demanda crezca para que más títulos puedan llegar a una audiencia más amplia (idk cómo formular bien esto pls send jelp)
- Mito: Los textos de antes eran bien aburridos y “moralinos”
Realidad: ¡Para nada! Desde el inicio de los tiempos a todxs siempre nos ha gustado el chisme picante y las audiencias medievales no eran la excepción. Entre los lays, romances y épicas podemos encontrar un sinfín de amoríos, triángulos amorosos, amores imposibles, matrimonios en secreto, románticos empedernidos y aventuras que van desde los romances corteses más tradicionales hasta relaciones un tanto inusuales. Además de que las narrativas siempre están llenas de acción y giros inesperados. En mi opinión, pueden ser tan o hasta más entretenidos que muchas novelas juveniles escritas en nuestros tiempos, llegando incluso hasta a repetir tropos y motivos que encontrarías en una novela actual.
- Mito: No había diversidad de cuerpos en los textos y sólo se contaban las historias de señores blancos y ricos
Realidad: Las concepciones de género y sexualidad en la Edad Media eran mucho más complejas de lo que se creen. Si bien no podemos negar que hay una buena cantidad de textos homofóbicos, racistas, misóginos y antisemitas, también hay muchos textos queer. Tenemos una caballera que se casa con una princesa y tienen un bebé llamado Croissant, varios reyes que se besuquean con sus caballeros, una relación poliamorosa de tres, una Rey Doncella que se rehúsa a casarse con ningún hombre para proteger su poder y hasta une caballere que usa pronombres neutros. Esto sin mencionar a las personajes con ideas protofeministas que abogaban por el libre ejercico de la sexualidad femenina, su derecho a viajar por el mundo y su derecho a heredar sin depender de un hombre. Lamentablemente, a lo largo de la historia, muchas de estas narrativas fueron censuradas por los mismos medievalistas; pero poco a poco, las nuevas generaciones de estudiosxs nos estamos encargando de sacarlas a la luz, complejizar las narrativas y romper los estereotipos creados al rededor de las historias medievales.
La Edad Media se ve como una época muy lejana, oscura y tediosa cuando la realidad es que se trata de un mundo increíble que lleva demasiado tiempo siendo ignorado. Me gustaría que en vez de imaginarlo como un lugar oscuro, maloliente y opresivo, lo viéramos como una sala de banquetes inmensa donde todo mundo ríe, cuenta chismes, presume sus hazañas y toman hidromiel como si fuera agua. Aun queda mucho trabajo por hacer en materia de difusión, pero el futuro se ve brillante: cada vez hay más personas interesadas en el periodo y cada vez hay mayor apertura y mejor acceso a los textos. Así que si este artículo picó tu curiosidad, no dudes en echarte un clavado literario. Estoy segura de que te vas a llevar una sorpresa muy grata y quedarás con ganas de más.