Por: Andrea Rodríguez

Mi mamá falleció hace un año y nueve meses, y ese día se derrumbó mi vida. Nunca me había sentido tan perdida. No había cantidad de palabras o abrazos que pudieran tranquilizarme. Necesitaba consuelo, necesitaba que alguien que hubiera pasado por lo mismo me dijera que el resto de mi vida no estaría llena de dolor. Decidí buscar ese aliento en los libros, mis fieles compañeros desde la infancia.
Esta es una lista de libros que me ayudaron en el peor momento de mi vida. No tienen todas las respuestas y no me dijeron que todo iba a estar bien. Más bien me ayudaron a entender el carácter discontinuo del duelo y me hicieron sentir acompañada en mi dolor.

Legendborn, de Tracy Deonn
Esta es una novela donde la protagonista Bree, de 16 años, se infiltra en una sociedad secreta compuesta por les descendientes del Rey Arturo y sus caballeros, quienes poseen habilidades mágicas, para desenmascarar los secretos que rodean la reciente muerte de su madre. Si bien es literatura fantástica donde el duelo no es el tema principal, los sentimientos y pensamientos que experimenta Bree al lidiar con su dolor resonaron fuertemente conmigo. Fue el primer libro donde encontré a una hija que había perdido a su madre, como yo.
“Porque desde que murió mi madre, hay una versión de mí dentro mío que quiere romper cosas y gritar”.

All My Rage, por Sabaa Tahir
Les protagonistas de esta novela de literatura juvenil son Noor y Salahudin, dos adolescentes pakistaníes que eran mejores amigues hasta que una confusión destruyó su vínculo. Esta es la historia de cómo cada una de sus respectivas vidas se sale de control al experimentar las consecuencias negativas del sueño americano. Es una historia sobre cómo enfrentar la desesperanza, el miedo y el dolor cuando ocurre una tragedia y sentimos que no hay nadie para tomarnos de la mano.
“Sobreviviré a esto. Viviré. Pero hay un hoyo en mí que nunca se llenará. Quizá esa es la razón por la cual las personas mueren al hacerse viejas. Quizá podríamos vivir para siempre si no amáramos tan plenamente. Pero lo hacemos. Y para cuando envejecemos estamos repletos de hoyos, tantos que es tan difícil respirar. Tantos que nuestro interior ya ni siquiera es nuestro. Solo somos un gran espacio vacío, esperando que la oscuridad nos llene. Esperando ser libres”.

Los años falsos, por Josefina Vicens
Luis Alfonso visita la tumba de su padre, quien murió años atrás. Ahí, en medio de un cementerio, el hijo dialoga con su padre, narrando todo lo que ha sucedido desde su muerte. Con tristeza y rencor, Luis Alfonso reflexiona sobre cómo se ha ido convirtiendo lentamente en su padre y sobre el duelo que ha sentido al perder no solamente a su progenitor, sino también al perderse a sí mismo.
“Quedó preciosa la tumba, mira cuántas flores húmedas, frescas… y todo tan limpio… brilla tu nombre, Luis Alfonso Fernández. Cualquiera que pase lo verá y pensará: ‘a este hombre sí que lo recuerdan y lo quieren’. ¿Ya no estás enojado? Compréndeme, por favor, a veces me desespero… ¡Es que sin ti todo es tan distinto… y tan igual!”

Dios fulmine a la que escriba sobre mí, de Aura García-Junco
El padre de Aura García-Junco, H. Pascal, falleció en 2019. En este texto, Aura dialoga consigo misma sobre su padre, su relación con su padre y lo que la muerte de éste provocó en ella. Un libro necesario para hacer catarsis y seguir con la vida cuando la persona que falleció nos dejó heridas sin sanar.
“Leer un libro sobre muerte es parte de un ritual de sanación, no importa cuándo se lea, si antes o después de que esta ocurra, porque una característica medular de los rituales es que son un espacio de emociones compartidas. Me uno aquí a esta larga procesión de dolientes que se leen entre sí, como un grupo de autoayuda que trasciende el tiempo y el espacio. Mi nombre es Aura y he perdido a alguien”.

Diario de duelo, por Roland Barthes
Mi favorito de esta lista. Roland Barthes, famoso filósofo francés, perdió a su madre Henriette el 26 de octubre de 1977. Al día siguiente, Barthes comenzó a escribir un diario, en el cual plasmó sus pensamientos respecto al dolor físico, emocional y existencial causados por el duelo, así como la dificultad de enfrentarse a la repentina soledad que une siente cuando muere la madre.
“Soledad = no tener a nadie en casa a quien poder decir: regreso a tal hora o a quien poder hablar por telefóno para decir: ya regresé”.

El año del pensamiento mágico, por Joan Didion
Joan Didion tuvo uno de los peores años de su vida en 2003 cuando su esposo falleció inesperadamente mientras su hija estaba internada en cuidados intensivos. El duelo de la muerte de su esposo, su compañero por 40 años, combinado con la incertidumbre alrededor del estado de salud de su hija la llevaron a reflexionar sobre la muerte, el amor, el matrimonio, el dolor y la vida misma.
“El duelo llega en olas, en paroxismos, en repentinas aprehensiones que debilitan las rodillas y provocan ceguera y destruyen la cotidianidad de la vida”.

La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero
En este libro Rosa Montero entrelaza el duelo provocado por la muerte de su esposo Pablo con el duelo que experimentó la científica Marie Curie cuando murió su esposo Pierre. Retomando la biografía de Curie, Montero habla sobre el impacto de la muerte de une ser queride en quien se queda atrás, en quien debe vivir con el dolor que deja un evento tan trascendental, y sobre cómo se puede volver a encontrar un sentido en la vida.
“Sí, hay que hacer algo con la muerte. Hay que hacer algo con los muertos. Hay que ponerles flores. Y hablarles. Y decir que les amas y siempre les has amado. Mejor decírselo en vivo; pero, si no, también puedes decírselo después. Puedes gritarlo al mundo. Puedes escribirlo en un libro como éste”.