Reseña – Imaginal Disk, de Magdalena Bay

Texto: Héctor Andrés González | Diseño: Gaby

La obsesión con el pasado es cíclica: cada nueva generación imagina una versión idealizada de un pasado —o varios pasados— del que adoptan tótems y ciertas características estéticas, muchas veces dictadas no por ese pasado, sino por ciertos medios actuales que empujan el supuesto recuerdo (películas, trends en redes sociales, música). A menudo estas evocaciones vaporosas al pasado contienen también la imagen de un futuro que no llegó a suceder, el futuro que imaginábamos o creemos que imaginábamos. Así, podemos mencionar la estética ochentera de Tron, los futuros de los rascacielos utópicos de los años 50, o el apocalipsis desértico de Mad Max. En Imaginal Disk, el más reciente álbum del dueto estadounidense Magdalena Bay, el futuro nostálgico se expande desde el nuevo milenio, y el tótem está en el título: el compact disc.

El compact disc

Imaginal Disk es un álbum conceptual: hay un hilo narrativo sobre volver realidad la imagen idealizada de une misme, contada en una especie de hopepunk, con giros extraños de ciencia ficción y una combinación de hyperpop, disco, synthpop y un sinfín de recursos de todo tipo de géneros musicales. En el centro de todo, la imagen del compact disk: los primeros sonidos de Imaginal Disk son los de un compact disc entrando a un aparato de reproducción, una voz que te saluda, y una serie de samples entrecortados.

Para la generación que creció en los años 90 y a principios de los años 2000, el compact disk tiene muchos significados, todos ya embebidos en nostalgia. Fue la primera manera que vivimos de tener nuestra música favorita de forma inmediata. En lugar de tener que cazar en programas de radio la nueva canción de nuestra banda predilecta, o esperar interminables programas de oldies para escuchar la canción más conmovedora de los Beach Boys, poníamos un disco y listo. Las generaciones anteriores tuvieron sus discos de vinilo y sus cassettes (también ya objetos consagrados por la nostalgia) pero la promesa del CD era diferente. Cabían en nuestra mano, pero conservaban la forma de los vinilos. Parecían venir del futuro: en su reverso brillante contenían la luz indescriptible de la música y mirándolos fijamente podíamos distinguir nuestro reflejo.

Magdalena Bay

Mica y Matt formaron Magdalena Bay en el 2016 de las cenizas de una banda de rock progresivo. Se conocieron en una tocada a los 15 años, ambos parte de una comunidad judeo-argentina en el sur de Miami. No tenían idea de que existía una Bahía de Magdalena en Baja California (pero han expresado deseos de hacer un peregrinaje a ver las ballenas). Sus videos musicales son inseparables de su obra sonora, contienen la pócima del internet de los 2000 y el sonido pop progresivo que los ha caracterizado desde sus inicios. La mayoría de sus primeros videos los grabaron con una pantalla verde en su departamento. Las estéticas DIY, weird internet, retrofuturista y hopepunk, permean su trabajo. Y si bien con su primer álbum de estudio, Mercurial World, lograron dar una prueba de su potencial, con Imaginal Disk lo llevan a otro plano.

Las canciones

“She Looked Like Me!” introduce el mundo de Matt y Mica: “Down the line, over the wave/Two kids and a military” y “Argentine Fabergé” pueden leerse como referencia a su historia familiar, ya que ambos son de ascendencia argentina, de familias judías que huyeron de Europa en los años 30. En el mundo del álbum, el CD es el encuentro con otra versión de nosotros mismos: “And she felt like a dream/I didn’t know what to think/She looked like me”

“Vampire in the Corner”, en el centro del álbum, comienza con un synth suave,casi una canción de cuna. Pronto entran los vocales de Mica, nítidos y con una construcción pop convencional. Se lamenta la posible pérdida de un amor, cree estar ahuyentándolo, es la vampira del título. Se van agregando sonidos. Luego todo explota tras el segundo verso, una orgía de sintetizadores, la voz de Mica alejándose, fundiéndose. Una wall of sound luminosa y vampírica que devora todo en menos de un minuto. El disco se raya. Muchas de las canciones de Imaginal Disk tienen una progresión similar: un inicio sutil, la voz angelical de Mica, el crescendo como los bugs acumulándose en un programa informático, la catarsis violenta. El compact disc gira y nuestra imagen real, idealizada en sus desgarres,fracturas e imperfecciones, se revela.

Probablemente la mejor canción del álbum, y uno de los singles más desgarradores del año es “Death & Romance”. La descripción oficial de la banda habla de un novio alien que te deja plantada. El teclado inicial no pierde el tiempo e introduce una melodía pegajosa. La voz de Mica se estrella y suena como el soft focus de una película hollywoodense de los años 50. Luego el coro, inmenso, habla sobre dejar ir sin dejar ir y aferrarse a los momentos que nos electrifican, que a veces percibimos como injustos porque consumen nuestras únicas verdaderas posesiones:el tiempo y el deseo. Así, la muerte y el romance son lo mismo, la cara reflejante del CD, la resignación a la experiencia terrenal como la muerte lenta, y a la entrega al amor como la única brújula. Todo suena como si la mejor fiesta de tu adolescencia nunca hubiera terminado.

El compact disc tuvo varias vidas. En las escuelas secundarias de los 2000 podían llegar a pedirte entregar una tarea en un CD+R (que era más barato que una memoria de USB). También podías grabar mixtapes para tu pareja, o para une amigue . O podías “quemar” tus albums favoritos en CDs en blanco (todavía tengo media discografía de A Tribe Called Quest marcadas en sharpie negro). El compact disk era el futuro encarnado, la intersección entre la accesibilidad de la música y la posibilidad de expresión en un objeto en forma de OVNI.

Además, ese objeto era tuyo. físicamente, lo ponías en su caja o en un porta CDs, a diferencia de tus playlists de Spotify y Apple Music, que duermen en un servidor de Amazon. Con los CDs fuimos dueñes una última vez de la resonancia profunda de los acordes, los tambores, los bajos y las melodías vueltas ceros y unos grabados a láser. En Imaginal Disk, Magdalena Bay explora, en un maelstrom de sonidos y símbolos, la imagen idealizada que perdimos, y un internet alterno lleno de esperanza, donde los dramas humanos no se subyugan al algoritmo sino que conviven en simbiosis con él. El compact disk, con ecos de Cronenberg, se inserta en nuestra frente. Meet your Brand new image.

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