Entrevista y diseño: Mafi

Entre todo el contenido que se crea y distribuye todos los días en Internet, específicamente en plataformas como Instagram o TikTok, nos vemos atraídes irremediablemente a aquello con lo que conectamos de manera más personal. Probablemente no recuerden el tutorial de peinado que guardaron hace unas semanas, pero sí el TikTok que puso su sentir en palabras o el reel lleno de colores que les recordó a una de sus películas favoritas. Ese fue mi caso cuando me crucé con la voz, producción y poemas de Michelle Rangel (@vmichellerangel).
Michelle tiene una vibra particular desde el momento en el que la ves en pantalla, más aún cuando tienes la oportunidad de hablar con ella. Su forma de existir en los espacios virtuales y presenciales siempre acarrea una mezcla entre la Gen Z y las personas que habitaron este mundo hace mucho tiempo. Tal vez eso es una respuesta derivada de nacer en una ciudad como Colchester, en Essex, Inglaterra y actualmente residir en Tijuana, México y vivir esta ciudad como una estudiante universitaria de Comunicación.
A sus 22 años, Michelle ya vivió mucho más que la mayoría de nosotres y su sol en piscis le ha concedido la habilidad de compartir sus experiencias y sentires con el internet de una forma llena de sentimiento y sensibilidad, al decidir externarlos como video-poesía que la ha vuelto muy reconocida en TikTok, donde actualmente cuenta con casi un millón de seguidores.
Para conocerla es necesario saber algunas cosas: su color favorito es el amarillo, su compañía siempre presente es su gatito Mandarina y se nombra fan de Taylor Swift. Este detalle es tan importante en su persona, y su escritura, que su poema que cree que mejor resume su esencia se lee así:
“Vivir por la esperanza
de un pecho que no se sienta vacío
una risa que te salga genuina
una noche que no llores
de tomar una foto sin pensar que será la última
de brincar y que sea de felicidad
de cortarte y que sea por arrancar una flor
de ahogarte y que sea por las carcajadas.”
Esta estrofa del poema hace referencia a “august”, canción de Taylor Swift que Michelle espera pronto poder tener tatuada en el brazo. “To live for the hope of it all” resume la forma en la que la poeta ha aprendido a, y quiere, vivir su vida. Es a partir de esta intención que decidió compartir sus experiencias y sentires con el internet. La recepción del público fue tal que Editorial Planeta se puso en contacto con ella para re-publicar su poemario, antes auto-publicado, titulado “Querido Diario” y Casi Cielo tuvo la oportunidad de platicar con Michelle sobre su primera publicación, su trabajo como poeta y su relación con el perdón y la religión.
Actualmente estamos presenciando la democratización y popularización de la poesía en formatos más accesibles como en carruseles de Instagram o video-poemas en TikTok. Vivimos un momento en el que la poesía ya dejó de ser esta idea de arte inalcanzable. ¿A ti alguna vez te sucedió que viste a la poesía como un espacio al que no podías acceder?
Era algo muy inalcanzable. A mí desde siempre me ha gustado leer a poetas de diferentes partes del mundo. Siento que he leído los suficientes para pensar que sus obras eran estas obras maestras y grandilocuentes que tenía que sentarme a leer varias veces para siquiera lograr entenderlas. Lo que yo escribo siento que es muy sencillo, se puede entender fácilmente; por lo mismo, yo siempre decía “yo no hago poemas”. Aún actualmente tengo problemas diciendo que escribo poemas porque no siento que alcancen ese nivel de dificultad y estética. Si te fijas en mis TikToks siempre me refiero a ellos como “escritos” y si sí le llamo poemas es “poemita”, algo chiquito. Aunque creo que poco a poco le he agarrado cariño a mi estilo, porque si las personas pueden resonar con eso creo que tienen algo valioso.
Creo que [estos pensamientos] tienen que ver con que la poesía que me ponían en la escuela era escrita por hombres; estos hombres muy glorificados. Ellos hacían sus poemas muy elaborados, difíciles y complicados, entonces yo me sentía como “Ay, yo y mi poema de amor”. Pero yo creo que tiene algo de valioso, si a alguien le resuena, le ayuda o impulsa para poder escribir creo que ya vale algo.
Algo muy chido de tus poemas es que entran en esta categoría de “video-poesía”, creo que es una parte importante para conectar con tu audiencia, especialmente pensando en tu estética. ¿Cómo fue que decidiste que ese fuera el formato para tu arte?
No tengo idea, la verdad. Yo empecé a hacer TikToks por accidente, no tenía la intención de que las personas lo vieran y no sabía que existía esto del algoritmo. Yo creí que solo mi mamá y mi amiga lo iban a ver, pero de pronto todo el mundo lo estaba viendo. Cuando comencé a tener seguidores me dijeron “queremos más” y yo no sé bailar, no soy graciosa… no tengo muchas cualidades o talentos, pero escribir más o menos se me da. Entonces dije: “voy a hacer esto que sí sé hacer que es escribir, pero ¿de qué forma lo voy a plantear?” y la elección fueron videos. Junté varias cosas, como la estética de tal director, esta otra cosa que vi… Luego descubrí que es algo muy común, pero en ese momento no sabía que existía algo como los video-poemas. Incluso después en la universidad tuvimos una clase sobre eso.
Hablando de la vulnerabilidad y esta parte de ti que compartes con tus seguidores, ¿cómo eliges cuál de tus poemas tendrá video?
Tiene mucho que ver con la duración y si lo puedo representar visualmente. ¿Lo puedo traducir fácilmente o de una forma en la que le haga sentido a mi cerebro? Yo quiero que la persona que vea mis videos los entienda rápido, que les haga sentido. Yo tengo las estadísticas de mi público, entonces tengo que preguntarme cómo puedo lograr que conecte con alguien que tiene 13 años y con alguien que tiene 32 o más. El margen de edad que tengo en mi público es muy grande, así que quiero llegar a las más personas que pueda. Me interesa mucho acercar la poesía a las personas, sin importar nada. Hay muchos escritos que sólo dejo para mí porque los considero muy macabros, son muy raros y difíciles de entender, ni siquiera yo les entiendo a veces. Esos son la clase de poemas que creo que no deben salir a la luz.
No hay muchas personas a las que les pase este nivel de alcance de forma orgánica, muchas personas lo hacen de manera consciente y trabajan para llegar a ello. En México creo que estos formatos no eran tan comunes. Por lo mismo, para la parte visual y escrita ¿quiénes son tus referencias más marcadas?
Como director para la parte visual: Wes Anderson. Sus colores y la forma en la que utiliza la simetría me gusta mucho. No es como mi regla, no lo hago tan estricto como él, pero me gusta dar el guiño de que me gusta su trabajo. Hay creadores de contenido que también me gustan mucho y me sirven de referencia. En cuanto a escritoras me gustan mucho Emily Dickinson y Sylvia Plath. Shakespeare me encanta, no me genera inspiración para mis trabajos, pero me gusta mucho la forma en la que narra y su imaginación. Walt Whitman también está dentro de mi lista.
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Al escucharla nos damos cuenta que sus referentes son una mezcla de melancolía y color, una tristeza que se transmite en forma de un abrazo compartido que nos acompaña a lo largo de todo “Querido Diario” y se ve en la construcción del poemario como tal. Las hojas color hueso, los dibujos y los colores esparcidos a lo largo de las páginas hacen que lo visual contraste mucho con los temas que se abordan en el libro. Con su arte Michelle continúa desafiando esta concepción de que la poesía que hacen las morras debe limitarse a la parte romántica, cuando lo cierto es que va mucho más allá de esto. Esto habla de su complejidad como persona y artista, decidida a enseñarnos que no va a estar feliz todo el tiempo, como dice en su poema “Una ofrenda y una petición”
“Déjame mostrarte lo bello
lo bueno
cien razones para no dejarme
cien razones para quererme.”
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¿Por qué eliges que el poema de “Me quise morir” sea el que abre tu poemario?
Todo lo que está en Querido Diario estuvo en mi diario primero. Cuando salí del hospital psiquiátrico ese poema fue el primero que escribí. A partir de esas líneas dije: “Voy a escribirlo todo porque ya no quiero tenerlo aquí” y comencé todo el vómito verbal. Quise serle fiel a ese proceso y al orden que había tenido en mi diario, a partir de ahí dije “quiero publicar todo esto”. Cuando Planeta me busca para publicarlo ellos se encargaron de darle el orden general, pero quería empezar con lo más honesto de mi ser: me intenté matar.
¿Tú aportas algo al momento de elegir el orden? Querido Diario parece estar dividido en dos partes: una Michelle que al inicio se siente más triste y desesperanzada y la segunda parte nos da una sensación distinta, más de crecimiento.
El orden de los poemas no tenía una lógica en sí, yo no sé qué es la lógica, yo me muevo por la emoción. Soy piscis. Para mí fue expulsar todo. Ya tenía poemas escritos desde antes que quise incluir, pero Monse, mi editora, fue la que me dijo que debíamos encontrarle un órden y secuencia. La forma en la que lo acomodamos creo que se asimila más a la forma en la que yo viví mi proceso.
Ilustras la tristeza y la recuperación de forma real, con picos y altibajos, no como un proceso lineal. Y aunque en un punto de tus poemas ya podemos sentir el perdón y la tranquilidad, la tristeza seguía presente porque no es algo que pueda desaparecer tan fácilmente o de forma tan simple. Terminas compartiéndote de una forma muy honesta, no sólo con tu público, sino con las personas a las que interpelan varios de tus poemas. ¿Cómo decides dar el paso para publicar algo que te deja tan transparente?
En mis redes sociales yo siempre me expongo. Tengo una serie titulada “A todos los chicos de los que me enamoré” donde hablo de tres chicos que me gustaban y ellos ni sabían. Después de un tiempo encontraron los videos. Creo que a partir de eso ya no tengo tanto miedo a exponerme de esa forma o a vulnerarme así. Taylor Swift nos enseñó que la vulnerabilidad es lo mejor que puedes tener, en plan “tú di nombres, tú pon fechas, tú pon datos lo más explícito posible. Que la gente sepa lo que hizo y lo que tú hiciste”. Cuando estoy nerviosa saco información de más; antes cuando hacía En Vivos en TikTok decía cosas y las personas involucradas se enteraban y entonces tuve que dejar de hacer esas dinámicas. Una vez hablé de un ex al que extrañaba todavía y él se enteró y me mandó mensaje. A partir de eso me di cuenta de que tengo que encontrar un balance entre qué cosas me quedo como secreto, pero creo que el ser vulnerable y honesta permite que más personas conecten contigo y eso es lo que yo quiero lograr, que la gente sienta este “yo también pasé por esto, no estoy sola, no estoy solo”.
En muchas partes del libro mencionas a tu papá, en la primera mitad del libro es un “suficiente, tal vez en algún momento te perdone” y al final encontramos tranquilidad. Esta tranquilidad seguro deriva de un proceso personal que se queda fuera de las páginas, pero nos deja poemas que representan el perdón. ¿Para ti, Michelle, qué representa el perdón?
Fue todo un viaje hacia el perdón. A mi papá llegué a decirle “Te perdono” cuando no era cierto, porque existía todavía este rencor y odio. Fue hasta un tiempo después que me di cuenta que el perdón también puede ser aceptación de que las cosas son así y ni modo. A veces no podemos hacer nada para cambiar el pasado o a la persona. Entonces el perdón, al menos dirigido hacia mi papá, fue un “Okay, pasó. Hiciste eso, pero ahora movámonos hacia adelante porque seguir así solo me va a hacer sentir pesada por mucho más tiempo”. Creo que la forma en la que visualizo el perdón va variando de persona a persona, porque hay momentos en los que puedo soltar más fácil. Me ha costado mucho estar bien con mi papá, es algo que todavía veo en terapia, pero al menos ya no me pesa, ya no me mantiene despierta, al menos ahora puedo hablarle y existir en el mismo cuarto que él.
Otro de los temas que encontramos mucho en Querido Diario, tanto en los poemas como en los agradecimientos, es tu experiencia con la religión. En México les jóvenes cada vez nos alejamos más de la religión y la fe, incluso como que la gente puede hacerle el feo a les jóvenes creyentes, entonces ¿qué representa la religión para ti como mujer joven mexicana?
También ha sido todo un viaje, porque justamente mi papá (todo regresa a los papás) es una persona muy religiosa. Él es muy estricto en lo que cree y justo eso nos lo impuso a mi y a mi hermano. Yo crecí bajo un régimen de “tienes que ser una persona perfecta, no te puedes equivocar. Todo esto es pecado, todo esto está mal y tú deberías ser de esta otra forma” Y esto era no sólo porque era mujer, sino creyente también. Este fue un modelo que fui deconstruyendo y me di cuenta que mi relación con Dios es algo personal, es algo entre Él y yo.
Yo creo en Dios y entiendo que la Biblia está llena de metáforas, está llena de recursos literarios y está abierta a la interpretación del lector. No se me hace la cosa más inteligente que una sola persona te diga cómo es que debes interpretar la Biblia. Yo disfruto mucho leerla por los recursos literarios, pero también para ver cómo la entiendo y qué conclusiones puedo sacar de ella. Yo veo a Dios como el papá que no tuve, el papá que me habría gustado tener. Dios es mi amigo, es mi compa. No es algo de “si no vas a la iglesia te vas a ir al infierno” o “si te gusta esta cosa es pecado”. Para mí es algo más amoroso, para mí Dios es amor y es todo y está en todas partes. Es algo muy diferente a la forma en la que a mí me lo plantearon de niña y de adolescente. Estoy más en paz con eso.
Hay un versículo en la Biblia que dice “busca la paz y síguela” y esto a mí me da paz y por eso lo sigo. No creo que haya una forma correcta de ver a Dios o de tener espiritualidad o fe. Siento que la vida es muy corta para vivir bajo este sistema que nos dice que tenemos que ser perfectos.