
Durante los últimos años, el Norte de México, específicamente Monterrey, se ha vuelto cuna y escuela para algunas de las propuestas musicales más frescas y vanguardistas que tenemos en nuestro país. Podríamos decir que Rodrigo Torres de la Garza, mejor conocido como NSQK, encabeza la marcha y dicta el ritmo de la ola de jóvenes talentos que llegaron a repensar los sonidos, la distinción entre géneros y los temas que se abordan en la música mainstream.
Este reconocimiento no es en vano, pues Rodrigo se ha encargado de que sonidos como el rock, EDM, R&B, pop y el rap encuentren una intersección dinámica e innovadora en todos los trabajos en los que ha participado. Este talento tan particular no ha pasado desapercibido para el público, quienes ahora forman una fanbase bastante sólida sustentada en trabajos como su primer EP Botánica o Braille de la mano de Méne.
Contrario a la idea de muches, quienes creían que el sonido de NSQK había llegado a su punto más alto con sus obras anteriores, Rodrigo dio un giro de tuerca a su propuesta (y a nuestros corazones) con la llegada de su primer álbum: ROY. En Casi Cielo tuvimos la oportunidad de platicar con él acerca de su lanzamiento y de las cosas que a nuestros ojos lo hacen uno de los mejores álbumes en español del 2022.
¿Cómo fue que decides presentar visualmente tu álbum con referencias a pinturas como El ángel caído?
Realmente todo empezó con la portada del primer sencillo, inspirada en la obra Iván “El Terrible” y su Hijo. (…) Yo soy Iván “El terrible” que tiene en sus brazos a su hijo que está muriendo porque él lo asesinó en una discusión. Está mostrando dolor y arrepentimiento en su cara. Nació la idea de que Méne, que fue el modelo de su hijo, tiene el outfit que yo usé en la portada de mi primer EP, Botánica. Queríamos explicar que yo ya no soy esa persona, que estoy haciendo algo diferente.
La segunda portada está basada en Ofelia, una pintura inspirada en el personaje de Hamlet. Hay muchas interpretaciones de la pintura, pero una de las que más me gustó habla sobre la incapacidad de Ofelia para cumplir con las expectativas que tenía la gente a su alrededor. Ese sencillo, “Ojeras”, para mí musicalmente era eso. Es drásticamente opuesto a lo que he estado haciendo, me tenía muy nervioso, me daba mucho miedo. Fue mi manera de protegerme de que a la gente no le gustara.
Finalmente, la portada del álbum está inspirada en El ángel caído, porque personal y musicalmente así me sentía. Sentía que quizá me conocen por proyectos como Braille o Botánica que tienen un sonido muy particular, y ahora estoy haciendo algo muy distinto, incluso me hacían un par de comentarios, “¿Qué estás haciendo? Estabas haciendo algo muy chido y ahora estás haciendo esto”. El sentido de las canciones del álbum es que me sentía como un ángel caído en mi familia, en mis amistades, musicalmente. Aparte de que es una pintura del renacimiento y ese fue también un renacimiento musical para mí.
Creemos que es algo muy valiente lanzarte a que tu primer álbum sea tan crudo, tan emocionalmente vulnerable, ¿cómo decides que estás listo para lanzar este material que es tan personal?
Desde que lancé Botánica ya tenía la idea de hacer algo así. “Cuando Me Vaya” existe desde antes de ese primer EP, desde 2019. Una de las principales razones fue retarme. Hacer Botánica II hubiera sido fácil. La otra razón fue retarme a hablar de cosas de las que nunca había escrito, y sí fue un reto encontrar lo que quería decir, las palabras con las que quería decirlo. Quería compartir cosas muy personales, pero al mismo tiempo con la mentalidad de que no hay experiencias únicas en esta vida; es el mensaje que quise dar, no reducirlo a un “no estás solo”, sino a que es egoísta pensar que sí lo estás.
¿Cómo sonaba tu playlist mientras hacías el álbum?
Estuvo muy bonito porque uno de los artistas que más admiro es Porter Robinson, que después de siete u ocho años volvió a lanzar un disco. Fue muy importante para mí porque justo en el proceso de hacer Roy, mientras estaba batallando con qué quería hacer y sentía mucha presión, Porter Robinson lanzó Nurture, en el que habla de muchas de esas cosas. No pudo haber estado mejor el timing. Me acuerdo que cuando él lanzó Worlds en 2014 yo pensaba “No va a lanzar algo mejor que esto” y recuerdo que pensaba “Qué pinche presión ha de tener encima para superarse” y en muchos sentidos me llegué a sentir así con Botánica. Y pues Botánica me gusta mucho, pero ahora estoy haciendo algo más chido. Salió Nurture y me di cuenta que yo fui el que le dijo a Porter que no se iba a superar y lo hizo. Me encanta ese álbum y no he dejado de escucharlo desde que salió.
Y en inspiración de sonido hay un álbum que se llama Where have all the flowers gone de Deb Never y otro álbum que se llama Nobody´s Home de Bakar, es como un pop muy minimalista, interesante, futurista y al mismo tiempo muy orgánico. Esos creo que son los tres proyectos que más me inspiraron durante el proceso.
Si Roy tuviera que tener una forma visual y fuera un paisaje, ¿cuál sería?
La línea de “En otra vida yo vivo en el mar” la escribí porque estaba viendo Kiki: entregas a domicilio. No la acabé porque me acuerdo que, en los primeros quince minutos, llega a una nueva casa con una nueva familia y comienza a limpiar su nuevo cuarto y se asoma por la ventana y se ven la ciudad y el mar, ese momento me quebró. La quité, “hasta acá llegué”, me puso muy triste. Y de ahí viene “Algo extraño” y esa línea en particular, de ese anhelo. Roy sería esa escena de Kiki: entregas a domicilio.
¿Cómo decides el orden del álbum?
La intención de Roy siempre fue que fuera un álbum dividido a la mitad en donde la mitad era NSQK y la mitad era Roy, pero sin dar mucho contexto de cuál era cuál, dejándolo abierto a la interpretación. Creo que no terminó siendo así tal cuál pero sí me atrevería a decir que a la mitad, justo después del interludio, hay quizás un cambio de porte. Es un momento muy clave en el que explota una forma más fuerte y dura en el sentido distorsionado electrónico del sonido. A partir de ahí las canciones son mucho más movidas a comparación de las primeras cuatro. Las ordené sin querer queriendo, sólo fueron cayendo en su lugar. Por ejemplo, la canción de “Torre 3” quise que fuera la tercera por el nombre, pero lo fui armando de acuerdo con el sonido. Tengo un proyecto en mi laptop en el que fui acomodando cada canción para ver cómo funcionaban mejor, lo escuchaba completo y pensaba “ah okay, eso no me hizo tanto sentido”. Fue un tema sonoro, más que de narrativa.